lunes, 21 de julio de 2008

El bigotudo de Röcken

Ya estamos de vuelta de Bratislava, y estamos vivos, que sabemos lo que no queremos, ni querer es poder, ni existe más gente con los pies más pequeños que tus manos que gente con las manos más grandes que tus pies, no volváis sobre la frase-es una trampa, y no quiero abusar de los guiones en mis blogs.

Estoy frente al ordenador identificando un tema sobre del que hablar, perdón, esculpir, jugando al escondite entre los cientos ahora agachados esta mañana.
Esculpir, sí por qué no, escultura, apolíneo-dionisíaco, El nacimiento de la tragedia, Nietzsche. Ya tengo temas-tema.
¿Qué queréis que os diga, una "quote" genialoide de él? "Sólo creo en un Dios que sepa bailar". ¿Que me parece un escritor no superado en la historia de la cultura? Que tras acabarme la primera novela de Trueba pongo a la misma altura a los dos? Decidme. Siberieee, modérese antes de saltar, jeje.

Nietzsche amenazaba que iba a ser la dinamita que hiciera explotar la historia en dos. Dalí, ese genio del marketing, hizo explotar un famoso escaparate de Nueva York en dos. Pero lo de Nietzsche tenía muy poco de marketing, y mucho de tradición. Él quería arrancar todas las raíces y hierbajos de 1900 años empecinado y solícito, y su vida fue un continuo arrancar y echar herbicida a toda una cultura milenaria.
Se podría decir que un hombre normal de a pie, pese a consumir lo mismo, es un peciolo de una hoja de la planta de las millones del campo de los miles de culturas. Nietzsche es un desorbitado! Él no hacía marketing barato, él provocaba y pro-vocaba. Poco a poco las vocaciones fueron llegando, de anónimos hasta a Heidegger. Y la dinamita fue expandiéndose como una traca de feria. Con su bigotudo mostacho, su mala leche en tinta, su aspecto de ogro milenario, se limitó a precipitar lo que le vino en gana, siempre con el respeto hacia el rigor, la verdad y el trabajo. Pagando el precio de la genialidad con el coste de la soledad, la crónica enfermedad y no comerse un rosco. Al fin y al cabo, fue aquel genial escritor del siglo XIX capaz de torcer vidas con la fuerza de sus libros, hijo de Carl y Franziska, los de Röcken, y admirador de la bella Lou Andreas Salomé, ya sabéis, la novia del Rilke y la llepaculs de Freud...

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