miércoles, 9 de julio de 2008

Mapaternidad

Maternidad. Paternidad. Mapa. Nueva Ternidad.
Caminando por las calles uno se pregunta si aquel-la que empuja el cochecito pasó alguna aduana, frontera o rito, antes de convertirse en padre-madre. Si en la documentación a presentar bastan los sellos de una relación medianamente larga, una mayoría de conocidos ya con churumbel, un piso con una habitación libre y un no saber qué hacer en la vida a los 30 y tantos.
Uno parece ver el pasado de quien empuja el cochecito, y aparte de ver las fiestas locas que ayer todos secamos, también ve los gritos de ayer por la tarde a los mañana abuelos, y como frecuentemente se peinaba el ego, lo maquilla, lo mece, y le compra el regalo ene. Ahora un hijo será su dictadura altruista.

Follar bajo crucifijo, tener otro hijo y a la vez más mano de obra formaba parte de otros siglos. Fecundar sin quererlo, y que la vida pite penalty, es un accidente colateral a la vida. Tener cachorros en el nido ya tejido e hipotecado, es el contemporáneo pan de cada día de nuestra especie. Con la diferencia que cada vez es un proceso más selectivo y la natalidad disminuye correlacionada con la occidentalización. Ahora dan hasta algo de dinero por tener hijos y nuestros nietos acabarán siendo Youssef o Ariel. Quizás la verdadera globalización es un fenómeno físico y falto de voluntad: el vacío que produce nuestra baja natalidad y la adsorción en remolino necesaria de otras zonas.

Pero vayamos a nuestra moda de cachorro + hipoteca. Para los yonkis del amor tener una pareja o tener un niño sólo se puede sostener si hay amorrdlstpuagh. Otra vez la palabreja comodín rellenamivacío. Vamos a tener un perrito, le vamos a dar biberón toda la vida y le pondremos mariposas volando en su habitación, uyyy si se me maquilla las pestañas a los 40, qué ha pasado. Tampoco crece un niño como una planta, como esos niños-enredadera de ciertas barriadas que trepan y se enganchan a la tapia cueste lo que cueste, droga-atraco-o Camela mediante.
Los niños deberían de tenerse y educarse según mi método y no otro, con una fusta, y pidiéndome permiso en este blog para variar mis directrices lo más mínimo. He dicho!

Y ya. No me voy a meter en lo más propio de cada uno. En las pocas cosas que nos da la vida para hacerlas a nuestra imagen y semejanza. Sobra decir que un hijo es el verdadero espejo de uno mismo, su tesoro o su crimen, nuestros puntos suspensivos...
Sólo digo que un hijo es básicamente vida. Y que supongo el éxito de tamaña experiencia es directamente proporcional al Vitalismo de cada uno, a la ilusión ignífuga más o menos desbordante en esa clínica, por la inundación relativa o, cojonudamente absoluta, de vida.

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