miércoles, 6 de agosto de 2008

La universidad de la vida

Pocas actividades gozan de tanto prestigio y marketing ganado como acudir a la universidad. Tras una sequía de siglos se produjo el diluvio que inundó los campus y llevó a todos los hijos a aquella carrera que los padres no pudieron tener; otro "Guadiana" de la segunda república que el franquismo se encargó de retrasar, como una mano derecha que retrasa las manecillas de un país 40 años.

Yo creo que acudir a la universidad es una gran manera de reducir el universo de uno, a menos que dirija sus pasos hacia el bar de la misma, la biblioteca o el cielo hacia el erasmus. Benditos los que no sólo nutren toda su vida a partir de los apuntes de la facultad. Porque hay quien sigue sustentando toda su vida, familia e hipoteca, en esa muleta escrita de hobbit. El paso testimonial por una carrera, con título firmado por el monarca, debería ser una anécdota en el despliegue de las capacidades de uno. La versión oficial y la tarjeta de presentación para suegros y abuelos.

Hay miles de carreras en curso fuera de la facultad, módulos de 3 a 5 años, con capacitaciones silvestres a las que a veces ni siquiera nos apuntamos: ciencias de la desinhibición psicológica, humorología, cursos intensivos de labia, autonomología, marketing realista de uno mismo, ciencias de la seducción, cría y cuidado de vástagos... La universidad de la vida. Que hace que alguien con pocos títulos saque dos cabezas en la foto finish de una entrevista laboral al recórdman de los másters, esa moda de hoy en día para rotularse, contrachaparse, etiquetarse, y hacer alpinismo en la montaña del status. O explica por qué el salario de un aventurero de la vida quintuplica el sueldo de un taxidermista de los manuales oficiales doctorales.

Existen tantas personas y rebotes en la vida que nos enseñan mucho más que los catedráticos y profesores numerales. Una de las más dulces experiencias de la vida es notar la ingesta de algo grande aprendido. Nos da una sensación de felicidad inigualable, y nos sentimos agradecidos por el regalo no pedido.
Sigamos descubriendo nuevas especies animales, nuevos países remotos, nuevos sentimientos desconocidos, apostemos por la inconmensurabilidad de la mente hu ma na

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