domingo, 7 de septiembre de 2008

Lesa humanidad

En la esencia de las parejas el desajuste es habitante como las nubes lo son del cielo. Solamente nos resulta gráfico tal desajuste cuando vemos pasar a un binomio bella-bestia entrelazadas sus manos por la calle, y soltamos al amigo aquello: - Qué descompensación, qué desajustee

La disonancia genética infinitesimal ya produce abismos considerables. El 90 y tantos por ciento de genes en común con los chimpancés y gorilas produce, en apariencia, una no convivencia perpetua entre ambos y un parecido equivalente al del Fary con Brad Pitt. Incluso entre hermanos, la pasta muchas veces es la misma pero los figurines resultantes pueden llegar a rozar las antípodas.
Muchas parejas se satisfacen pensando lo mucho que se parecen, o se conocen, o qué tan similarmente piensan. Si hiciesen una foto de sus lóbulos frontales juntos en plena acción, en un parque de atracciones psicológico, se asustarían al tener esa sensación de bella y bestia bipolar que a veces nos impacta en las calles.
Su cero coma % de disonancia genética... algún tubillo del bazo, unos pigmentos de 3 células, y 9 esquinas del córtex prefrontal... les mete en ocasiones un abismo en medio de las décimas. Está claro que somos diferentes, y mucho, como demostrado también está que el chimpancé comparte el 98 % de mis genes.

Nuestra tendencia a uniformar y empaquetar realidades invisibliza las dobleces y salientes de las cosas. También no es más que una sibilina eugenesia cuasi voluntaria, que barre para casa los genes que nos interesan, a nous, a nuestro ego. Estaría mejor llevar fotos carnet de nuestro lóbulo frontal en las carteras, porque nuestra cara es el espejismo de nuestra humanidad, residiendo ésta, lejos de la del chimpancé y los loros, encima de nuestros ojos y más acá de nuestra frente.

3 comentarios:

elnaugrafodigital dijo...

tengo sueño y las neuronas en huelga. mañana leo/comento

elnaugrafodigital dijo...

Para protestar, lamentar o subsanar esa barrera, está esa práctica placentera (y algo esclava también) que es buscar la complementareidad absoluto introduciendo nuestro apéndice más externo y estimulable en el orificio más sensible de esa pareja, repetidas veces y en repetidas ocasiones. Hoy me he levantado enfermo, pero enfermo de malito, muy de otoño y no ir al cole.

Jordi Santamaria dijo...

Espero y deseo que se subsane esa maldad pequeña que usted ha contraído, me viene a la cabeza Randy Pausch como posible venda y botica. Ánimo.
Alguna vez probé también esa alegría del apéndice acompañado en estados enfermizos, y para mi sorpresa no debilita el estado y hasta lo hace más llevadero.
Y totalmente de acuerdo en que la cópula anula toda filosofía y estado reflexivo al más intelectual de los mortales, es más, tengo algun amigo que pierde toda oportunidad de aspirar al Premio Nobel ocupado en otros menesteres donde nadie puede sublimar su libido y la vacía en lo que la vacía. Cá!