martes, 2 de septiembre de 2008

Mis viejos

Voy a intentar argumentar porque nuestros padres son mejores que nosotros, o porque cualquier persona mayor lo es de la menor.

Podría apuntar que cada año de vida no es una rutina, aunque a veces nos cansemos de contar años rutinarios en nosotros o los otros. Y que cuando más rutinaria es una época, al mismo tiempo más se está almacenando un aluvión de posibilidades en ella misma, sedimentos imperceptibles que caerán como una cascada terrible un día de repente.
Que el tiempo vital hiberna, que cuando más manso se despereza, más rugen sus vísceras por dentro, que cuanto menos parece moverse, más desarrolla inconscientemente sus músculos hasta hipertrofiarlos para el futuro. La complejidad de cera que se forma minuto a minuto dentro, en nuestros paisajes más monótonos y largos.

Me es igual el rico joven, el sabio joven, o el sano joven. Aparte de la mención honorífica de llegar a viejo, que no todos llegan; cualquier mayor experimentado significa tener mayor capacidad de resolución para el éxito en la vida: estar bien, ser medianamente feliz. Un adolescente es la créme de la inestabilidad, un viejo es el oremus del caos, contadas excepciones aparte, que en toda viña crecen flores.
Yo quiero envejecer (poco a poco) porque apuesto a que aprenderé a flotar más en el magma de la vida, como si nos fuésemos hiciendo de una substancia cada vez más diferente, que nos aportase levedad en la trascendencia y en todo, sin perder calidad ni sentido. La cera interna que pasa, la cera que madura

Sí, en el fondo no digo otra perogrullada que madurar acerca a la estabilidad y a la suficiente felicidad mundana. Pero lo digo de una forma radical y clara: ser viejo es ser mejor. Como aquel boxeador que sobrevive ene asaltos, tantas veces noqueado, criticado y discutido, y a la vez... nunca superado. La vida es sobrevivir, y quien sobrevive más, triunfa, quien sobrevive más, Gana.

3 comentarios:

elnaugrafodigital dijo...

Por polemizar (últimamente le voy cogiendo el gusto, voy para Adrianses), le diré la siguiente sentencia del Philip Roth que se oculta tras el protagonista de "Elegía":

"Envejecer es una carnicería".

Jordi Santamaria dijo...

¿Qué se ha hecho de Adriansens?
Esa forma de indignarse culturetamente era muy pero que muy divertida.

Envejecer sí que es una carnicería, pero la tragedia de joven aparte de dura parece mucho más viva y estremecedora, no sé, como las ganas de vivir de un niño son más fuertes y ciegas que las de uno más viejo...

Jordi Santamaria dijo...
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