sábado, 25 de octubre de 2008

Escribiendo espero

Wroclaw, Polonia, mañana de sábado en otoño... preparado ya para hacer un paseo hace cuartos de hora... mientras David se retrasa y retrasa en acicalarsus y acondicionarsus. Un poco de escritura furtiva en el blog mientras acaba de ducharse...

Escribir... ¿Esa corriente mental de frases y palabras conjuntadas, cómo llega por infusión a precipitarse en grafías escritas?
A veces escribir es una necesidad, otras un exhibicionismo, e incluso la vanidad de plasmar en tinta parte de la cabeza de uno, para que quede inmortal. Escribir debe tener unos gramos de vanidad, sea generosa o ególatra. En este mundo nunca escribir en público, o al menos creer que se hace, fue tan extendido. Hoy en día con internet es fácil sentirse escritor, pese a que haya muchos gritos en el desierto, en los secarrales.

Escribir nace de un sentimiento, una sintonización, un proceso orondamente sintético, que tiene cero coma de análisis (que puede haberlo mucho antes y luego en la mente del escritor, pero no en ese momento). Y bien, esa radio de sentimientos líquida y resbaladamente precisa, que mezcla esencias de mil realidades, las superpone en un instante, y destila las palabras blandamente exactas y justas, todo en una milésima de segundo, en el tiempo que tarda en sonreír el escritor... pues sí, debe tener un mecanismo como todo detrás.
Una maquinaria de andamios y tramoyas, estiletes y escayolas, miles de neuronas y regiones cerebrales, un gadget humano de última generación poética, un lujo de la evolución. Arte, o aquello que no nos hace animales.

Pero el acto de escribir es una actividad humana más... como cortar carne, pilotar un avión, barrer la casa, o comprar calzoncillos. Tiene de especial lo que produce, pero llegar a ella requiere de toda la mediatez de nuestra cotidianiedad, y su práctica termina siendo... azarosa. A veces no escribimos por pereza, a veces por hacer 30 cosas más, otras porque no tenemos público que nos ob-ligue, y algunas porque eso de sentarse a hablar con uno mismo siempre tuvo y tendrá algo de locura innecesaria. El hombre por naturalidad habla, lo de escribir ya es algo mucho más mediato y retorcido.

Cuando una voz emerge entre la multitud y vacía un vasto mundo interior, se produce la magia de que capte y enganche a la gente, de que se invada y conquiste un cerebro. No de forma sectaria sino puramente estética, y de repente otra persona tenga las paredes mentales pintadas con tu color y relieve.

(...) David ya está listo, se acabó este paréntesis escritor en medio de un viaje. Escribo más desde estas islas de tiempo, que no desde el continente./Escritor de temporada.

1 comentario:

Verónica dijo...

Seguramente sea una necesidad, ya que se ha llegado a escribir en tarjetas de restaurantes o catálogos de cafeterías.... Que todavía se conservan.