martes, 27 de enero de 2009

A cien millas. Fesser, Guillermo

Ya que Trueba escribe pero no ahoga, y sus obras menores más guiones, fetichísticamente ya pedidos, tampoco dan para tan hondo, le soy infiel con otros autores espaciales tipo Guillermo Fesser y su A cien millas de Manhattan.

No esperaba encontrarme con una obra tan maravillosa. Que este lechón tiene talento es algo aprendido como 2 por 2 son cuatro y 4 deiciseis... Gomaespuma es una sustancia que durante 20 años no se ha degradado un ápice, desde cotas de talento echás día sí día también si sale 5 salgo de casa y te hago barrera.

Es el libro que todo periodista hubiese querido escribir. Sin más. Que en el primer capítulo relacione la historia de la secta Moon con el porqué los Estados Unidos dejaron de producir campeones fondistas de atletismo a partir de los 70, sólo lo pueden hacer mentes genialoides. Evidentemente el estilo, ritmo, léxico que imprime el lechón están a la altura de la temática tan multidimensional y holísticamente igual de bien engarzada.

El título sintetiza muy bien el centro geométrico del libro: a 100 millas de Manhattan. En zona rural próxima a la Gran Manzana, Fesser está en un parador vital sin planearlo, y se sumerge en el corazón de la cultura americana, aquella que tan poco tiene que ver con lo que se exporta y lo que se vende.
Aventurero en la sombra, vocacionalmente deja el guión de la película que iba a escribir, y se dedica a retratar la cultura estadounidense a partir de ríos temáticos complejos. Con historias hechas de plastilina biográfica amasada por Fesser, añade cuerpo al retrato cultural con datos, historia y sociología en el momento oreciso, rellenando esas biografías de sus vecinos y conocidos al vuelo, en la estancia de un año en el pueblo de su mujer: Rhinebeck.

En el fondo está el raíl vocacional periodístico de Guillermo, que indaga, investiga y documenta sus alrededores, pero ante todo, está el ojo talentoso que es capaz de sacarle toda la tajá a la vida donde otros sólo ven una sola realidad inconexa. Él es capaz de ver decenas y darnos ese elixir exprimido que es su libro, tejido para dar a conocer una realidad americana que no conocemos y que no es tan tan dispar a la nuestra. Bravo Guillermo, quizás un día me tatuo ya puestos PTinto en tu honor, lechón, que bueno eres lechón, y hay que ver cuanto han subido los precios. : D

5 comentarios:

elnaugrafodigital dijo...

Sé que al gran Molusco se lo enviarion via postal a la fría Canadá. No sé si aún lo ha leído. saludos

Bárbara dijo...

Siempre han sabido sacarle el juguillo gustoso y proteínico a la realidad más aparentemente sosa.
Parafraseando a Gomaespuma, son francamente.
Si tú lo recomiendas, lo ponemos en la cola de impresión.
P.D. Inquietantes fotos las de Malta.

Anónimo dijo...

Me gusta sentir la emoción de los aventureros de las sombras que van más allá de las apariencias y arañan si apenas luz la corteza aparente para llegar a su ser mas sustancial..

Y me gusta que se exprima sin miedo la verdad la bondad y la belleza. Y me gusta que nos las ofrezcamos gratuitas para saborearlas y experimentar juntos que todavía quedan muchos Guillermos por descubrir...

Anónimo dijo...

y arañan, sin apenas luz, ...

Jordi Santamaria dijo...

No sé, siempre me han parecido gente que hace bien su trabajo, que se levantan cada día religiosamente e intentan hacer que este mundo ría más.
Me imagino que eso hace madurar y que con los años aprendan a hacer libros como éste.
En el que igualmente se ve un meticuloso esfuerzo por agradar y satisfacer a quienes destinan su trabajo.
Grandes profesionales, grandes personas.
Humoristas históricos.