jueves, 15 de enero de 2009

Descomunicado de prensa

Ja, y ja, y ja, ja, y ja

Fue una noche del verano de 1998 en un pueblo sin mar, en la que el catedrático de Metafísica de Deusto Andrés Ortiz-Osés me clavaba la mirada tras una cena-charla entre los dos.
Incómodo y sueco, permanecía yo mirando el televisor de aquel bar. Hasta que una mirada mía de cristal de zoo le hizo sentenciar: - Es que contemplo la tele a través de tus pupilas...
Imaginariamente mi cuerpo caía de la silla y rebotaba en un doinnng agudo. Aquella frase fue el inicio del final de mi enamoramiento de la filosofía, y el final de su intento de rememorar a Sócrates, no el jugador de fútbol, en paños menores.

Tras un postrero intento en la despedida con abrazo carnal frustrado, el otrora admirado religioso matiza: - Bueno Jordi, ya sabes, mm podemos tener una relación al uso maestro-discípulo, o una relación homoerótica entre amboss (en este caso mi cuerpo se esfumó de mi traje como en los cómics y ya estaba en Perú cuando pronunciaba -boss).
Bienvenido, Pérez, parecía llamarme. Ni un cóndor de discoteca es tan nítido en la oferta del menú, ni mucho menos gasta ese zurrón de vocabulario tan exquisito: homoerótica. Es que tengo 55 años pero mi sexualidad es de 15: es erótica, no te preocupes cachorrillo, no creo que sea pornográfica todavía. Gracias Andrés gracias, nunca te lo dije, pero me enseñaste el lado hartamente ridículo de un sabio, el del intelectual cojo, superdotado en lecturas y destartalado en la vida.

La comunicación muchas veces es hacer creer al otro que se le ha entendido, cuando éste también inventa el mensaje recibido.
- Cómo está la vida. - Sí, las tres y cuarto.
Siguiendo este modelo.
Todos sabemos emplear el tono estándar, adoptar la postura corporal de diplomacia, y utilizar una palabra muletilla para hacer callar al otro con una educación de gala, mientras piensa complacido que se le ha entendido.
Dicen los psicólogos que hay que fijarse en las órbitas oculares para desvelar qué parte del cerebro se está activando, si la de la invención o la del relato.
Con nuestros allegados sabemos descubrir el matiz postizo de la expresión, que aparece en esa décima de segundo, un engolamiento, una pausa, un tornarse los ojos, y se desvela sigilosamente la mentira.

También suele ocurrir que el desentendimiento se da con personas de ideas dispares pero carácter parecido, como si la expectativa de semblanza desfigurase la interacción, y a la vez el discurso del otro resultara estar articulado de arriba a abajo al nuestro, siguiendo una semántica diferente o un manual de instrucciones distinto.
En cambio, con personas de ideas dispares y carácter-temperamento no común, ese entente de paz se rompe por lo extraño del otro. Se suele chocar más pues ya no es que se piense dispar, es que los tonos y las formas para nada se solapan con aquel espacio extra de duda o confianza de nuestras creencias, si no que van a parar a su parte trasera, vulnerable y negadora de ellas. Lo que se llama ideas encontradas.
No hay una comunicación espadachín de frente, si no unos pescozones a la nuca de nuestras ideas, que escuecen, y no se toleran.

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Antes de comentar, Jordi, Soy de la primera promoción de Filosofía Pura de Deusto. Allá por los 70!!! 14 en clase y lo mejor de lo mejpr. No conozco a ese profesor....Los míos: Echarri, Gárate, Igal, y el de metafísica era un especialista en Suárez que no me sale... Ya cumplo años!!! Yo iba por ciencias, todo muy interesante...Tuve que aprender árabe...

Anónimo dijo...

Perdón, en suarez noooooooooooooo en XABIER ZUBIRI... A lo mejor el jesuíta se apedillaba Suarez pero se me ha olvidado..

Jordi Santamaria dijo...

El personaje este es un crack, en lo suyo, pero anclado en un sucedáneo de vida, que entre otras cosas lo ha hecho repetitivo.
Yo iba a acabar la carrera allí, hasta la fecha del altercado homoerótico.
Qué suerte inagurar esa promoción, hacerlo por ciencias (tb vengo de allí) y a la vez estudiar árabe. A eso se le llama complejidad y riqueza

elnaugrafodigital dijo...

No hay que fiarse mucho de los eruditos. Son personajes cojos, asimétricos, lobos esteparios en su mundo de polvo y biblioteca, que creen que saben mucho pero que muchas veces no saben nada. El saber universitario, académico, es un pre-saber, un preludio del conocimiento pues, sin experiencia, no hay conocimiento que valga, opino.

Y el tío ese se ve que tenía ya ciertas ganas de experiencia, y qué mejor que un mocetón catalán de buen ver..... ; )

Anónimo dijo...

Caray, aquí hay enjundia como para excursión y charla mientras hacemos un alto en el camino y compartimos tarteras....
Cuánto aire sano necesita la afectividad para vivirla con disfrute y sacarla de pozos donde no entra el sol...
Me ha gustado tanto lo de excursionista!!!

Bárbara dijo...

Jajaja, si es que vas provocando...
Como no te veo las pupilas no sé si es relato o invención. De hecho creo que no sé distinguir una cosa de otra.
Has resumido la historia de la comunicación en una sola frase (quién dice una, dice dos): cómo está la vida - sí, las tres y cuarto.
un pescozón en la nuca.

Jordi Santamaria dijo...

En el próximo post veréis como nos vamos de excursión los cuatro. Cierto, nos hartamos de ellas en los años escolares, autocar, cantimplora, papel de plata...
y allí se extinguen pues desde la adolescencia olvidamos esas travesías.

Si son en compañía de gente apasionante con la que hablar, pues vino y rosas.

En los Gijones y los Madriles aún se estilan yéndose de cañas, pero no es igual, allí el escenario tiene algo de suburbial comparado con la provincia y la naturaleza.
Pescozones gentiles a todos