viernes, 16 de enero de 2009

Excursionistas

A veces quedamos a la 12 de la tarde, otras en el sol de la noche, nos cruzamos en algún lugar de las sendas cibernéticas, y vamos juntos, de excursión. Con tarteras, botas, y manteles de cuadros rojos y blancos, para jugar al ajedrez poético, para hacer alguna barbacoa de frases felices.

Eduardo regatea el lenguaje, con su zurrón de vocabulario añejo que tanto ofrece, entre sorbos de su cantimplora madrileña. Es al que más le gusta jugar con las palabras. en esas acampadas que hacemos en medio de un post, y le hemos de avisar que la comida está hecha.
Bárbara se asoma a la cita con un zapato de cada color, perfectamente conjuntado, parece en el papel de una Ariadna Gil en una película de D. Trueba, serena y volcán de expresiones a la vez. Sabe también hablar con una frase de cada color, sorprendiendo y guiñando a la vez, en un mestizaje semántico. Su zurrón es de citas, que siempre picotea en las excursiones entre vermut y ensalada.

Carmen parece la más joven cuando aparece con chirucas, su bordado de filosofía en la rebeca, y sus ganas de caminar más allá de las palabras. Desde la atalaya de su experiencia parece enviar rayos entrañables a diestro y siniestro. Dicta sin saberlo los destinos de las excursiones, quizás por ese plus de sabiduría que a los demás se nos escapa. A veces le gusta fotografiar los cerros de Úbeda, pero se lo permitimos, pues hasta en eso tiene gracia.

Yo soy ese tipo que se pone con los brazos en jarra delante de una ardilla, y empieza a divagar en la relación de la expresividad animal, la plasticidad de los dibujos de Disney y la mímesis que hacen los niños y algunos actores de ello. También me han de avisar que la ardilla me está comiendo los bigotes, y que sin querer he pisado un producto de ella.
Hace poco que quedamos para ir más allá o más acá de las cosas, cada cual irá llegando a sus paradores, pero siempre quedarán estas fotografías hechas de alguna que otra excursión a un remoto paraje de la realidad. Gracias por la compañía

7 comentarios:

Bárbara dijo...

Es un placer compartir estos picnics nocturnos al sol de medianoche, y comer esos emparedados tan ricos que preparas (hasta a las ardillas les gustan, ¿ves?). Y ser retratada por tu cámara en la que hasta las fotos en blanco y negro tienen color.
"Un hombre solo siempre está en mala compañía", dice Paul Valéry que acaba de salir del zurrón.
Me encantan estas excursiones por los lindes de la realidad. Voy a por el vermouth.
Un beso.

elnaugrafodigital dijo...

Vaya, Jordi, qué bonito, y ojalá sonará este 'qué bonito' sin ningún asomo de retintín y sorna varia. Gracias por la parte que me toca y todo un orgullo formar parte de esta cuchipanda bloguera (entiéndase cuchipanda como lo que es: palabra a extinguir, por suerte, y permítaseme el galicismo).

En tal o cual formato, en esta u otra dimensión, real o virtual, sea por muchos tiempos.
abrazos!

Anónimo dijo...

Bueno, aquí llega esta pequeñaja a la excursión, a dehoras y con la mochila un poco llena...
Pero qué gusto saber que en cuanto se den cuenta sus compis, le van a decir: anda carmencita, que nos vamos a echar a la espalda un ratito tu mochila...
Y aunque sea ya de noche , la pequeñaja saltará libre por los peñascos, y gritará al eco sus preguntas, y mirar,a a los cerros y !milagro!verá.... AMSTERDAM!!

Y ya más ligera cantará bajito una canción y recordará a aquel compí que se fue al cielo joven después de caminar a su lado un trecho. Se llamaba Luis, y era su marido. Un abrazo grande compañeros!

Anónimo dijo...

no consigo hacerme oir en esta pandilla soy Paola y quisiera unirme a la excursion lo que leo me "toca"

Anónimo dijo...

Por fin! lo he conseguido. Soy Paola, no me gusta mucho la maquina, tampoco tengo mucho tiempo para esto, normalmente me gusta mas mirar a los ojos del que me escucha, pero este grupo me ha "tocado" y quisiera unirme a estos paseos de aventuras que permiten a la vez la conversación sincera y despreocupada.
Barbara, Carmen, Naufrago, Jordi .... ¿sabemos hacia dónde vamos? ¿alguien lleva la brújula? De noche siempre me gusta mirar al cielo, cuando vas de excursión no hay luces alrededor y entonces me gusta pensar que el cielo negro es como un colador con infinitos agujeros que permiten ver esa luz que hay fuera y que se filtra por esos minúsculos huecos.
A veces también me da miedo escuchar todos esos ruidos que la noche descubre. Estar acompañada siempre ayuda a enfrentarse a ellos. En fin, la compañia es un tesoro.
Espero que el camino sea generoso en aventuras. Paola

Jordi Santamaria dijo...

Bienvenida Paola, a estos paseos por simas y desfiladeros, por noches del alma y comisuras de labios pensativos.
Les informamos que las salidas de emergencia están situadas a la derecha e izquierda de la cabecera del blog... jejeje
Pues nada, Paola, encantado que te unas a la lectura y reflexión de lo que aquí se dice, el camino en compañía siempre es más feliz y sugerente. Bienvenida.

Anónimo dijo...

Siempre es la noche la que me abre el corazón. De niña me daba miedo, de grande la espero para desatar el hatillo y dejar caer los "cachibaches" que lleva dentro.
Hoy ha sido la tarde junto a quien quiero, recogiendo recuerdos, memorias, disgustos, sonrisas un poco vacias y miradas un poco perdidas.
Todo lo dejo caer sobre el blanco que pisa el negro y encuentra el oído de quien escucha despreocupado.
Llueve, por eso se está mejor a cubierto. Buenas noches, la excursión mañana nos guarda nuevas sorpresas, cuento con vosotros entonces.
Paola