viernes, 30 de enero de 2009

Impúdica telerrealidad

Hay una condena de traje para opinar sobre los programas de telerrealidad y unas estadísticas desnudas sobre sus altos índices de audiencia. Queda bien criticarlos, y así ganamos gramos de intelectualidad momentáneos que nos hacen mejores personas provisionalmente.

Impúdica... [Qué poco me gusta la etimología latina, qué dualista es, y como el prefijo in- siempre parece negar. La etimología griega es otra cosa]
...Falta de pudor, más que ausencia de. La telerrealidad bascula plenamente en el debate sobre la intimidad. Aquel terreno vallado que pertenece a uno mismo, la propiedad privada de la personalidad. Aquí algunos tienen una intimidad latifundista para dar sentido a la palabra susceptible, y otros tienen pequeños espacios sin mapas ni marcas.
Nunca me han gustado las personas celosas de su intimidad, porque se les nota que esconden cuartos oscuros y cadáveres de cosas, que nunca han tenido coraje de airear.

Prefiero a los que juegan con todas las cartas encima de la mesa, porque me dejan claro que se atreven a disfrutar del juego y no van con la ansia de ganar medallas, ni con estrategias ocultas para cuando me gire, clavar el picotazo.
Se tiene suficiente con esos refugios espontáneos, en que uno se queda a solas con los suyos y recibe esa energía verde de sentirse entendido, escuchado y querido.
En otras ocasiones la intimidad se reserva como un terreno para las trampas. Una especie de excusado donde recluirse, esconder todo lo negro, quitarse la máscara, guardar lo robado, preparar el veneno. Hay intimidades que son un nido de víboras.

"Yo en la intimidad soy de otra manera, pero en público me disfrazo", peor para ti.
Quizás esto explica porque se ve tanto por la tele aquello que tanto se critica. La mayoría compran la intimidad que otros venden, porque esta vez sí que es intimidad fresca y entera, desenmascarada por desgaste a base de semanas de concurso.
Estoy a favor de este tipo de programas y creo en su valor educativo, sí. Al igual que me parece bien que la gente vaya al zoológico para conocer la conducta de otras especies, me parece oportuno que la gente pueda utilizar estos observatorios para conocer la vida íntima de su especie, no la social, tan de traje, autobús y medalleo. Eso explica el chupinazo mediático allá por el año 2000 de GH1, o que se vaya camino de GH20. Eso sí, la calidad del programa también depende del formato, conductores, casting, etc... y este aspecto deja bastante que desear a veces. Como estar en la picota del prime time también es algo innecesario.

Sobre aquellos mercaderes de su intimidad, que se la venden a adolescentes eternos lanzadores de sms en metralleta, y lo hacen a cambio de una parcela en la tele, en la fama, o en algún lugar donde se gane dinero fácil, decir que hacen su transacción y muy felices no quedan. Es un sueño de luces de colores.
Ahora sólo hace falta hacer Grandes Hermanos con gente inteligente.
Pero es una apuesta que, nadie osa a hacer. Imagínate si las personas inteligentes también chillan, y beben, y hacen edredoning, y hasta bailan.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Desde que hace años una realizadora de tv me dijo que NADA en tv de deja al buen albur...
los realytis, o como se esriban, no me interesan un pimiento.
Y sin ningun subidón de intelectualidad , por supuesto.Tampoco me he detino en los argumentos de mi no. No me gustan y ya.
La inteligencia, por otra parte, nunca es garante de una buena convivencia en la vida real. Es la madurez afectiva y emocional la que nos hace capaces de ser felices y hacer felices a los que caminan a nuestro lado. Superinteligentes niñatos, ególatras, soberbios, paranoides...MUCHOS.
Y la intimidad, ese hondón al que a veces no llegamos nosotros mismos está para ofrecerla a quien sepa acogerla y tratarla bien. En la intimidad ajena no se puede entrar a saco, y la propia no está para ponerla en un escaparate.
Y eso no tiene nada que ver con ser absolutamente sincero en nuestra manera de comportarnos. A mí nada que no sea verdad me interesa porque la no verdad no es cimiento sólido para una vida que merezca la pena haberse vivido.Así lo siento yo...

Jordi Santamaria dijo...

Con la experiencia de haber visto esos programas, apuntaba lo de la apuesta por la inteligencia, debido a que el concursante tipo no suele brillar por esos derroteros. Tampoco lo hacen por la madurez afectiva rara vez, si no, no estarían intentando ganarse el pan en esos escaparates.
(el valor didáctico de los realities puede venir de asumir cierta patología ya en ellos)

Todos tiramos de escaparate en alguna medida, ellos, los que hacen blogs, las manifiestas prostitutas de Amsterdam... es algo que pasa, sucede, fáctico, más o menos ineludible.
Si he de eligir entre las mismas conductas, pero hechas a escondidas, me quedo con el escaparate, por ese plus de coraje y de sinceridad fáctico que conlleva (no se esconde nada, todo el mundo sabe lo que pasa). No hace falta que sea en prime time, no hace falta que lo vean los niños, eso sí (gran error de un mundo de adultos a veces no separado).
No sé si me he explicado bien

Anónimo dijo...

Nada es verdad en esos programas, o muy poca. Eso me dijo la realizadora....
Y como tú dices bien, los psicólogos se encargan de escoger el perfil que les va adar juego en virtud del objetivo que quieren conseguir...

Todos estamos en el escaparate, y nos mostramos con naturalidad, a mí esos me gusta. Pero la intimidad es otra cosa, y se da, a mi parecer a quien se la merece...Hasta en un blog por ejemplo yo puedo compartir un momento íntimo que en otro ni se me ocurriria...

Daría el tema para charla larga. La máquina!