jueves, 30 de abril de 2009

Abulia

Fatiga. Abulia. Soledad. ¿Cuál de las 3 será? Si de algo me ha servido este viaje, y la compañía de Eduardín, ha sido para afinar. En especial afinar mi sumidero propio, la explicación más precisa de cuál es mi defecto más grueso.
Y tiene que ver con la abulia. Tengo un problema de voluntad. La voluntad, como todo en nuestro universo, está en el cerebro. Vayan los voluntaristas a manuales de neurología para ver la cantidad de enfermedades relacionadas con la voluntad. Problemas de inicio de conductas, compulsiones repetitivas que no se desenganchan de un acto, etecé etecé
Yo de por si ya soy inhibido, como ya dije un día, un tímido es cierto error cósmico que está torcido hacia adentro. Muchas veces veo el mundo pasar y no intervengo, por eso en parte pienso tanto, he sido hiperreflexivo. Si alguien toma un pastel de marihuana conmigo, verá lo que es una tormenta de ideas con granizo, ranas y peces cayendo de arriba. Un aguacero.
Me faltan esos apéndices sociales por los cuales la gente se engancha con el mundo, meros bultos a veces, pero un relieve incómodo para el pensamiento y el aislamiento. Mi aerodinámica social es lisa y plana, no rueda ni entiende de viento.
Bueno, leyendo mi blog ya se ve que mis ideas más que peregrinas son herejes de casi todo.
Como al que se le atrofian las braquias, me he vuelto menos anfibio, y he sido artrópodo profesional de lo personal y pez ocasional de lo social.
Todo esto te hace tornarte un poco abúlico, te resta voluntad. Cómo definir la voluntad... esa especie de embrague, de suave explote palomitero, que enciende un cambio de marchas invisible. Casi no tengo un pelo de impulsivo. Ahora soy más volcánico, sísmico si hace falta, pero viene de adentro. Pero moverme socialmente para pequeñas cosas como que es mi problema.
Bueno, lo ha sido. Hay una persona complementaria, poco terremoto, ya lo es la hija, pero movida e impulsiva como algo que no se me ocurre pero que se mueve mucho, jee.
Aquí en Cuba también he recibido una terapia de espontaniedad y fortuismo. El amigo Ed ha aportado centrifuguismo y yo centripetismo también.
Pero he encontrado ese tipo de palabra, lo abúlico, que tantas llaves abren y tan escondidas están. Los límites de uno mismo más que límites son grutas en el cogote.
Aunque fatiga hoy también. Hace un sol de ministerio de justicia, sigo parcialmente insomne, no coincido con horarios con el náufrago. La deriva del día post-Habana (aunque sigo en ella) se solventa al tener una familia. Me invitan a la mesa tito Nasario y tito Roberto, la amiga Diosgracias y la cabeza de familia. Las 16:30 en Cuba, 22:30 en Cataluña, Europa, jeje, un guiño nacionalista. No tengo ni idea de como se apagará el día, si caerá tranquilo y evocando cierta abulia del pasado, o se inflamará con alguna bola de billar de las que chocan por aquí.
Pero abulia sí, apatía nunca, a-pathos never, que quede claro.

1 comentario:

carmen dijo...

Mira compañero Jordi, se agradece que el torrente que nos duchó a lo bestia, se haya convertido en brisa más calma y acariciadora...
Me siento en la tumbona a mirar contigo, en silencio, el cielo de Cuba!