viernes, 10 de abril de 2009

La iglesia de los lóbulos frontales

Puede ser que exista un desgaste de nuestras facultades psíquicas. No una demencia progresiva al través de los años, sino una deformación y desencaje de sus capacidades. A la facultad de creer, tener-fe-en, le puede salir una miopía, cierta disfunción por haber sido utilizada mal y en abuso, como puede ser el caso de nuestra infancia de escuela religiosa, cuando nos hacían estirar esa certeza interior hasta que hoy en día podamos tener patas de gallo, con agnosticismo laico y a veces cientifista hasta en terrenos emocionales.

Cierto es que nuestra capacidad olfativa ya está atrofiada de fábrica, y que también al no haber ningún Ministerio público, ni disciplina médica, que vele por nuestro desarrollo cognitivo de adultos, evoluciona éste a la intemperie de lo que salga en calle y la tele, y sospecho que ese abrumador vendaval de lo audiovisual de nuestra era moldea nuestras facultades y seca o atrofia ciertas posibilidades de ellas.

He empezado la lectura de El cerebro ejecutivo del ruso-americano Elkhonon Goldberg, monografía que versa toda ella sobre los lóbulos frontales.
Aparte del tema central, el autor propone en su libro cierta gimnasia mental, ejercitación cerebral que no sea sólo reparadora, sino destinada a cerebros sanos que quieran fortalecer sus capacidades cognitivas. No es mala idea un centro tipo Dir, en que expertos nos ayuden a muscular un poco nuestra sesera los martes y los jueves...
hasta suena a sociedad de esas futuribles en que no existe el cotilleo del corazón y los políticos no se arrastran día a día por un puñado de votos, por ejemplo.

El progreso personal parece reducido a labrarse un currículum de estudios y curreles como suelo, acompañado de la suerte que uno tenga en toparse con libros, personas y episodios vitales ejemplares, que catapulten las posibilidades de la persona. Una especie de ruleta del potencial de uno, en medio de palabras invisibles y arbitrarias, como talento, cultura, sabiduría, arte, capacidad... En ese territorio de lo invisible no hay letreros, y cualquiera puede inventarse un mapa que ya imaginártelo lo haga creíble. Y por supuesto, no hay ninguna regulación ni homologación, hay un nihilismo en la esencia cultural del ser humano. Bueno, quizás hay un hilo nihilista en todo, rompeabsolutos, necesario pero también fuga de escape de lo más fútil. Origina un vaso metafísico medio vacío-medio lleno, que por un lado se carga los absolutos, pero por el otro permite la relatividad nudista de todo. Y no hablo de un nihilismo de opinión, hablo de un nihilismo de estructura, que ya forma parte del mundo, y de nuestro hardware, no software.

Coños, que si el hombre ha tardado en evolucionar 5.000.0000 de años, cinco millones de
y el universo trece mil setecientos millones, de, años

y la cúspide de todo ello son los lóbulos frontales de nuestro puto cerebro,
démosle un poco a los lóbulos frontales, démosle un poco a los lóbulos frontales.
¿Te van a hacer volar?
Pues no. O puede.

2 comentarios:

carmen dijo...

No puedo sentir el nihilimo, con el polvo todavía del desierto...
No puedo olvidar las noches de palmeras bailando con el viento. Y no puedo olvidar el corazón de un beduino cuando me decía que nada vale si no sale de dentro: "no vivimos para trabajar, trabajamos para vivir, y hacemos el bien porque el bien nos hace a nosotros...
No quiero creer que nada es nada. Quiero creer que todo es todo...

carmen dijo...

Jordi: De vez en cuando, voy a publicar un pequeño escrito de reflexión - educación , que es mi trabajo... Me cuesta escribir , en lo mío, con soltura...
Todo empezó de manera absolutamente casual.
La verdad es que aprendo sola y ni siquiera sé cómo puede aparecer el título del escrito debajo del nombre del blog:" Antes de pasar de largo" .
Pero soy feliz!!! comentando tus post porque me sumerges en ideas que me inspiran. Así que ya estoy a tu lado con foto y todo.

Mónica!!! Un beso grande.