lunes, 15 de junio de 2009

El filósofo Umbral + lo simiesco

Me hubiese gustado hablar con Umbral de tasca y/o pantunflas. Le hubiese dicho que ya he catado bien su receta, porque lo suyo es alta cocina de los huevos fritos, y de todo. Un no saber escribir sin ingenio, selección y maridaje léxico para todo. Un barroco exquisito, que le sobra a uno cuando quiere vulgaridad, precisa de lo liso, necesita llaneza. Así que esa factura empalagosa para lo cotidiano, nos la reservamos para temas deliciosos y sibaritas. Porque a la historia de la filosofía debería adherírsele todo el mastodonte de inmanentismo umbralista: sus filosofías de los olmos y los chopos, de los viejos coches y los olores de postguerra. Y cómo declama Umbral, su obra es un -Oh, mundo-, es un filósofo más bocazas que los oficiales, que tragan y mascullan esa admiramundis, y maquinan toda una cascada de postulados para sostener ese cosmos apabullante. Umbral se ralla divinamente en esa exclamación sonora, y es un transistor del espéctaculo, muy hacia adentro, muy lírico, intimista. Pero no es un cuentacuentos, mantiene ese cable conectado al espéctaculo del despliegue del universo, no mojado por líquido de cafés, servilletas arrugadas y amnesias de los orígenes, manteniendo vía directa con el misterio.
Un tozudo, un seguro de sí, con la misma voz siempre, conservador, de lo que sabe hacer, prefiriendo ser perfecto en lo suyo que rico, complejo y malo en un abanico de experimentos.

Y en medio de todo esto... no es lo humano un gran vertedero de sofisticaciones para ocultar y sepultar lo simiesco? Primates somos, y urbanitas moriremos. Hay un racismo radical e inconsciente a lo simiesco en nosotros, a nivel de especie, que como todo fanatismo se resquebraja cuando afloran comportamientos y apariencias de simio, muchas veces cargadas de una verdad polvorienta, antigua y hasta única, escondida hace mucho tiempo. Hay que conocer al orangután, australophitecus y troglodita que viven en nosotros, antes que nos delaten en medio de tanta civilización, libros y leds.

3 comentarios:

elnaugrafodigital dijo...

Ya lo canta Franco Battiato: "El animal que llevo dentro no me ha dejado nunca ser feliz. Me roba todo, hasta el café.. Me hace esclavo de sus pasiones....".

Jordi Santamaria dijo...

Y S.Rodríguez, en son linkeado por vd., habla magníficamente de: subir la larga cuesta animal.
Nadie lo glosa mejor que Federico: Humano, demasiado humano.
Finísimo matiz, que es un detallazo incrustado y camaleónico en la apariencia humana. Mucha gente puede dar por hecho esta plausible mascarada, y creer que es uniforme esencial y no disfraz protector.
P.C: Le gusta a Vd. Regina Spektor?/a fernández-mallo-no-creo]

carmen dijo...

Umbral era un transistor rallado. Umbral escribía como le daba la gana de bien. Pero para mí Umbral era sólo su SOBERBIA, nada animalesca: soberbia pasada por el tamiz de su gran inteligencia, peligrosa.
Y es ahí donde los humanos podemos ser mucho más perversos que cualquier animal.!!!!

Los animales con sus instintos programados son mucho menos crueles que los humanos con inteligencia pervertida por un YO que sueña que es DIOS.