domingo, 14 de febrero de 2010

Titúlame

Me siento difícil de saciar, vinos y antibióticos aparte, una necesidad de vivir algo mucho, intensamente, esa necesidad de saborear del músico, que quiere saber el sabor de lo que piensa, de lo que suena, de lo que ve, de lo remoto, de lo olvidado. Qué durilla la vida del músico, tan colmado y a la vez propulsado a más, qué neurotransmisor debe colaborar a ello? Una especie de adrenalina aferente, recibida, más que expulsada. Qué manera de sorberse, de sorberlo todo. Aquí sólo queda huir hacia adelante, ser nervioso, y hacer un plan estratégico nacional contra la ansiedad.

Vaya mezclita de cata de vinos de bisnes class + farmacopea por tres extracciones de muelas esta semana. Esta escritura mía también sucede abocada hacia adelante, con cierta prisa estructural.
¿Qué habría de malo en irse de pinchos triptamínicos y de fenetilamina, como se va el doctor Shulguin con su mujer? Esa Donostia química glosada en sus libros rigurosamente científicos y cabales. La sociedad con los psiquedélicos es tan lerda como Benito Lopera Perrote y su crónica afección, "lo suyo", frente a cualquier esfuerzo. ¿Tendrán los deliberadamente mediocres un miedo ancestral parecido a las chicas divinas de la muerte que perdieron su cita con el suicidio?
Ha quedado maja la poesía (y vosotros aún no conocéis la segunda parte), el melón ha salido güeno. Anda prueba Marciaal, prueba Marcial que está rico eaa. Un mundo con una calle o campa ranera, dedicada a Muchachada Nui, sería un mundo más bonico. Mira, si puedo pondré a la nueva sociedad, Muchachada Gurmé SL, ahí va eso muchachos.

Qué guiso de puchero todo mezclado y graso es este post chicos. Qué potaje densico ha salido. Pónle tú título, que yo me abstengo, que no es fácil

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