lunes, 17 de mayo de 2010

Monumento al cerebro ya

La azotea, una caja mucho menor que un tambor de Dixan, una especie de maceta mediana llena de neuronas, que se asemeja evolutivamente a un pentium concentradito, patrocinados ambos por el lema caído de la lucidez, "el saber no ocupa lugar".

Como un pentium, el cerebro también dormita, se suspende, hiverna. Pero qué escondidos están muchas veces los botones de arranque en medio de la vida y las horas. Usted tiene en la cabeza una maravilla que muy bien le podría hacer plantearse ir con casco por la vida. ¿Usted se lleva el pentium para hacer barranquismo? ¿Se baña con él en acantilados? ¿Lo lleva en un coche a más de 100 kilómetros hora sin funda ni sujeto?

Creo que no se ha hecho ningún monumento al cerebro, ni a la deriva genética, ni a la mielina, y sí que las calles están pobladas de efigies sobre espíritus invisibles y seres algunos de ellos lamentables. El siglo XXI será el de la psicobiología o no será.
Las claves del futuro las tenemos bien dentro y bien cerca. Muchas soluciones a nuestros problemas de índole económica pasarán por conocer como mejorarnos a nivel individual para aportar más al conjunto, y la raíz de los cambios siempre es celular. Somos una manada en la época que no existía ni la física cuántica ni la energía nuclear en el terreno del cerebro, conocemos a grosso modo, pero nuestro conocimiento celular y químico es primitivo.

El día que el ser humano confíe, en que dentro de su cabeza tiene a Dios, y que lo más cercano a ese ser sobrenatural, reside en sus neuronas, empezaremos a querernos más. Y hasta el fútbol será menos una re-ligación.
Pero parece aún que nos limitamos a usarlo poco, y esto que digo no pretende ser populista o demagógico. Un hardware necesita de softwares, y depende que masa de estímulos lleguen a la caja mágica, te dice feldespato, rácing de piedad, o te ladra. Hemos encontrado personas en nuestra vida, que nos han hecho ser mejores, con las cuales hemos sentido que nos estimulaban el cerebro, pocas, pero a ese tipo de estímulos me refiero, ya sean personas o cosas.
Tiempo al tiempo, la naturaleza es implacable

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