martes, 20 de julio de 2010

La Galaxia Maquilec, tres años después de su muerte

Reír es un gran invento. Un invento mítico. Espero que la vida me haga reír a carcajadas más.
De las épocas de mi vida que más he reído fue con la galaxia Maquilec. Os cuento.
Era un grupo de amigos. Empezamos 3 o 4 seres sobre los 25 años - tras las tarascadas de la vida - especímenes solteros, como salidos de esa ola del primer lustro de los 20, que algunos los empareja y encamina al altar futuro, a otros les deja apuntados de por vida a un gimnasio, a otros les ataca sexualmente un catedrático de Metafísica de Deusto, en fin, seres rebotados que se encuentran, y quedan los viernes y/o sábados, se tajan con su ron o su whisky, y salen de ligoteo a buscar suma, pincho o franquicia.

Las risas buenas siempre surgen cerca de los motes. Estábamos repletos de motes, nuestros y foráneos, porque éramos una especie de tribu, cuyo objetivo de guerra era el cachondeo. Fuimos reclutando más almas rebotadillas, y acabamos siendo 15 animales, un grupo extralargo y maravilloso, que acabó también haciendo viajes de 8 o 10 aniamles a Dublin un finde, a Málaga, etc. Cosas bastante difíciles de enhiestar en un grupúsculo tan grande y diverso de gentes. Fueron las cimas de la galaxia Maquilec (no era un grupo de amigos, era una galaxia. Y tenía historia cultural propia, además de casi lengua: maquilec porque en sus orígenes, los fundadores bebían en mi casa, donde antes de salir, Perrito guau, un loco único, nos sellaba por todos lados con el sello de la empresa de mi padre, maquilec...).
El Perro, el Gallo, el Equino, Jasón y los argonautas, Pater (yo), Arbirras, Casajena, Chambu... cada uno teníamos tres o cuatro motes, y el resto del mundo también estaba moteado. Fue una mili de anécdotas, a cual más bestia, de esas que a alguien ajeno al grupo, te sale vergüenza contarlas. Un grupo que bien merecería una novela, de memorias, umbralesca. Pues era un canto de celebración a la vida. Torrencial, eufórico. Con sus 20 emails diarios de puro cachondeo entre nosotros.
Gozaba de una vida plena y exultante. Y va y de repente le dio un colapso y se nos murió. La galaxia Maquilec la diñó de forma repentina y abrupta. Fue un duro golpe. Jeje, yo era de los padres fundadores, por no decir el pater de la criatura. A mí me afectó lo suyo. Vitalmente. A la hoguera fantástica del cachondeo, había depositado además, mucho cariño, mucha planificación, mucha generosidad de grupo. Creo que no todo el mundo pagó las mismas entradas y hasta a alguien le salió barato ese infarto sin ambulancia de la galaxia.

Mi teoría es que: algo tuvo que ver tomarse diez cubatas esas noches.
Parece ser que el etanol, no consolida del todo bien las relaciones personales sabe usted.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Tanta estrella en una misma galaxia produjo un big bang...

Mònica dijo...

fdo: Mònica (el teclado, you know)