jueves, 20 de octubre de 2011

Dioses postmodernos I


Los griegos tenían su panteón de dioses helenos, varios, y perfectamente identificados. El cristianismo ha dejado igualmente un icono de dos mil años de alto, con nombre, cara y ojos. En nuestros tiempos, donde la postmodernidad ya ha fallecido, y el pensamiento económico eclipsa y monopoliza otros discursos, no hay rastro de teología ni dioses.

Y los hay. Hoy en día, un dios es una fuerza abultada de la realidad que no existe porque no ha sido nombrada. Y se debe elevar a la categoría de dios para considerarla de una vez, si se quiere rebajar su errática fuerza.
La desidia, la inercia, es un Dios en nuestro tiempo. Un ente indefinido que se acumula en procesos, interrelaciones, y burocracia, algo tan de nuestros tiempos también. Un ente incontrolable, intersticial, sin rostros, que nos condiciona y altera, al que sólo podemos tener en cuenta en un altar obligado del tiempo.
La inercia, y la desidia, de los otros, de instituciones.... metida en todos los procesos largos que hacemos, nos tiene que volver supersticiosos, porque es un batido de la racionalidad grumoso el que fracasa ante nuestras exigencias de solidez de miras.
Lanzar una moneda, rezar, encender una vela a la inercia, es casi lo mejor que podemos hacer. Y con sentido del humor e inteligencia, verbalizar que la desidia diluida en las cosas es un Dios, implacable, pero finito y volteable por su propia naturaleza.

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