lunes, 27 de febrero de 2012

Negatividad hoy, repetimos.
Nunca he sido optimista, ni tampoco pesimista. En este momento se podría constatar un facto: que la mayor parte de quien me lee está en una situación más positiva y holgada que yo.
Literaturizar las malas babas pasajeras no tiene de malo. Esto es un diario, irónicamente de una crisis externa, y yo no suelo recrearme en el ombligo de lo positivo.

Pocas veces o casi ninguna, verbalizo los desastres si me ocurren, mi cuerpo tampoco. Nunca le he visto utilidad, más bien recrearse en la miseria siempre lo he visto una llave macabra que puede hacer colapsarlo todo, hasta los efectivos de alarma personales activados. Si te vas a estampar con el coche, de nada sirve quejarte ni reclamar, ya que en un lapso fugaz las leyes de la física dictarán tu destino, tienes una décima de segundo para tal vez recolocarte en el impacto y salvarte.

Se puede estar mucho peor. Frase ahora que me sirve cero, cerapio. No importa lo que marque el agobiómetro, importa el incremento o decremento. Messi estará hecho polvo la primera temporada que marque 20 goles, o cuando le apean en octavos en los Mundiales. La felicidad es una derivada de la expectativa.
Luego, con su frustración, viene el "recalculando". A mí con cada patinazo gordo, me sale automático revisar el status quo a medio plazo, es la red que frena la caída. Y aunque la felicidad sea cuestión de decrementos e incrementos, está claro que también existe el cero patatero, el caer en el foso de fuego hirviendo de las películas, y sin recursos caer en una adicción, depresión, enfermedad o fatalidad similar.

Igualmente, operan los resortes últimos, aquellos muelles profundos que amortiguan caídas y dependen de la combatividad, fortaleza, idealismo, de cada criatura. Los que inician un regeneramiento interior a medida que el tiempo te aleja del accidente, un sistema inmunitario psicológico.
Escribir forma parte de este proceso regenerativo, en que afortunadamente nosotros no pilotamos el entuerto, sino que se produce solo en nuestros adentros, haciendo otras cosas que despistan el foco del problema.
Total, ya os diré como recalcula y prosigue esta crisis. Pero al loro, que no estamos tan mal.

2 comentarios:

Yves dijo...

Es diu somatitzar, no? Bé, segur que tu que hi entens no ho veuràs exactament així. Però sí és cert que molta gent somatitza pensant que és la panacea.
També hi ha qui creu que pensant que no pot anar pitjor tot canviarà, però no crec que els pensaments puguin afectar els esdeveniments, encara que de en segur afectin la nostra realitat i, per tant, ens facin pensar de forma diferent.

Jordi Vomfass dijo...

M'encantaria saber somatitzar, però crec que és una funcionalitat de sèrie que es té o no es té. Jo sóc cerebral i hiperreflexiu, i no li consegueixo endinyar "por valija directa" al cos, els afers del cap.

La influència dels pensaments i autovisions en la conducta bé es mereix un post. Quanta gent parla delícies de l'esòteric "El Secreto" i llibres d'autoajuda similars. Jo tampoc aconsegueixo enganyar-me i pintar la realitat amb el pensament. Tampoc compro loteria, tanco parèntesi. Fins i tot diria que em sembla perillós doblegar la realitat amb el pensament, em sembla més forta, i l'efecte boomerang pot ser pitjor que el de qualsevol dieta acientífica.