sábado, 28 de julio de 2012

El advenimiento del yogur helado


En este mundo está todo inventado, para el 99 % de la gente que no son inventores. Un investigador científico puede estar descubriendo constantemente, urgando centímetros a lo ignoto día a día, pero un invento siempre va ligado a un uso masivo y una rentabilidad comercial.

Luego está esto del yogur helado, el invento del verano 2012. Hasta esa institución que representa la Jijonenca de cada pueblo, parece haber implementado la corriente yoguresca. Los mandatarios del postre, Danone, también revolucionan el globo con una última tecnología estupefaciente, el Yo-lado, que a última hora no pudo contar con Georgie Dann para el lanzamiento. Y por último, en nuestras calles no faltan 3, 4, 7? nuevas franquicias ultrablancas, calcadas con logos distintos, que se dedican al nuevo arte del yogur helado. ¿Por qué este advenimiento del yogur helado? ¿Qué hace que el Sistema de repente nos superdote de tarrinas caras de yogur con toppings que se cargan de cuajo lo saludable de la historia? ¿Si creo una franquicia negra, seré la única que no cierre? ¿Es más, si creo el yogur negro, me llevarán a casa como un mono exótico que enseñar a los amigos?

Pues sí, todo debe estar ya inventado, cuando emprendedores en cascada se abrazan a vender yogur helado en exclusiva como si fuese coca-cola, desafiando nada más ni nada menos que a la historia, la historia doméstica que desdeñó la receta del yogur helado a un papel ni secundario, pues el yogur sabroso no es, y como saludable tampoco llega a fármaco.

Siempre oiréis a los sociólogos compulsivos de barrio, los constatadores que la nueva fachada del mundo es la definitiva, que os echarán bronca por no consumir el nuevo orden mundial, e intentarán haceros sentir que sois un poco menos por no abrazar estos advenimientos de la historia que cambian tu vida, como en su día fueron las Panama Jack, las riñoneras, los pantalones ciclistas, la ropa florescente.

Por suerte, las jijonencas superarán todas las crisis, pestes, terremotos y venidas del maligno. Y aquellas personalidades excesivas que recorremos las ochenta variedades de helado antes de pedir los dos sabores de las bolas, podremos escoger razonablemente las dos o tres variedades con yogur de la gama, si nuestro gusano interior nos lo reclama, o nuestro ángel enfermero nos da la chapa y sugiere una merienda saludable para esta tarde de verano. Ni más ni menos.

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