jueves, 12 de julio de 2012

El enamoramiento es una conducta compulsiva

¿Qué hay de compulsivo en el enamoramiento? La compulsión es la infantería de un estado general insano, la obsesión. Más allá de la perseverancia, la compulsión es la repetición desencadenada de una conducta, por el mero hecho de necesitar repetirla para aplacar una ansiedad. Esta ansiedad puede ser más fuerte y provocar otra repetición, que si no es exitosa, ocasiona otra repetición, que...

Es la ansiedad, ese nerviosismo vago y generalizado, el que acelera el aparato locomotor y motivacional, y lo desenfrena pudiendo llegar a conductas desencadenadas sin ton ni son, conductas disparadas por un malestar no controlable.
Todos experimentamos la compulsión casi cada día, nos sacudimos la ansiedad ligera, picando entre horas vorazmente, picando los dedos, pronunciando muletillas, vaciándonos en el deporte como si se acabase el mundo, etc. conductas aliviadoras, que resuelven el nerviosismo de cada día. En casos de ansiedad acuciante, se llega a las afueras del Toc, trastorno obsesivo compulsivo, pudiendo repetir conductas cientos de veces al día, crisis de respiración, ansiolíticos...

Pues bien, creo que el enamoramiento se nutre de esta compulsión cotidiana de todo humano. Ese estado hiperbólico, que nos vuelve atontados, y al cual regresamos pese a los partes previos, se alimenta en parte del "vacío de las horas". El hacer se encalla, se ralla, se inercia, se enquista, y se focaliza en un tótem. Tiene mucho de reacción concomitante. Aparte de la admiración por la otra persona y la voracidad sensual que despierte, teórica base del magnetismo, a esa atracción se le suele unir la compulsión. Es fácil ante el aburrimiento, el tedio, la soledad, el estrés, ante esta panda de amigos se facilita refugiarse en la ilusión-oportunidad de otro mundo, concretada en esa persona nueva. Entonces se desencadenan conductas de acercamiento, con mayor o menor compulsión, lo que acaba dando lo que todos ya sabemos y poco queremos ver, un proceso inflacionario que infla en mayor o menor medida el valor de la nueva realidad-persona. Si se es militante de las filas del amor, entonces ya no es posible entablar esta conversación, soy un puto-hereje-pelotudo.

Pero sostengo que el aburrimiento, la incomodidad, los problemas aplazados, la inseguridad, el malestar, son las brasas de fondo del enamoramiento.

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