martes, 17 de julio de 2012

Facebook es Second Life


Digamos que Facebook es aquel momento de la humanidad donde la hipocresía por fin encontró su sede, su habitat. Dar una página web a cada persona del planeta para que invente y coloree allí su perfil. ¿Qué será lo siguiente? Publicarles un libro sobre su obra y pensamientos??

Hasta la fecha, uno podía caminar por las calles y toda la contaminación mental y emocional de los individuos quedaba encerrada en unos contenedores que se llamaban cabezas, el pensamiento, por suerte, era invisible. Lastimosamente ahora, está desatado y rebosa los helechos arborescentes cíclopes que son las redes sociales. Así que uno ya puede cerrar la tapa, cuenta cancelada y llave deglutida, si no quiere tontolizarse cada día con el pensamiento ruidoso, visible y bramante de las calles.

Dotar de las últimas herramientas tecnológicas, con todo su esplendor y nitidez, es hacer creer al ingenuo usuario de turno que sus publicaciones estarán a la altura del medio estelar que utiliza. El trabajo de los mejores ingenieros del orbe, cae en manos del zarpas que toque, que lo culmina con un "me quedan tres tardes para la jornada intensivaaa!!! y una sarta de emoticonos que recuerdan una tómbola de chochonas.
De rescate de amigos perdidos u olvidados, ahora ya vueltos a eliminar, el Facebook ha derivado a ser la página web de uno, con aspecto de portada de revista y fotos apaisadas. Señora, que no tenemos quince años como sus hijos y no estamos ni para enseñar los pechotes ni sus aficiones de hacer sidra casera en casa con los pies.
Los exhibicionistas han colgado sus gabardinas porque en Facebook pueden radiar hasta cómo masajean los sabañones a sus novias.
Pero sobretodo Facebook es Second Life, permite simular otras vidas que quedan allí escritas, en un formato superreal, con fotos adosadas, y comentarios al pie. Cuando me voy a dormir, me extraigo de la cara la mascarilla facebook pegada, y mi vida sigue igual de pelada y triste. Pero en Facebook, ahora que todo el mundo me oye, hasta mi enemiga adorada de la infancia, retrato esa delgada mascarilla con fotos de vacaciones con dinero prestado, fotos que atestigüen lo buena madre que soy, y comentarios jocosos sobre el tipito que aún conservo. Facebook me permite diseñar mi vida de puertas afuera, recortando, cribando y retocando, es mi perfil público. Y me permite sentirme escuchad@, puedo vociferar a esta ventana todo lo que quiera, sin tener que pagar el pastón que en el mundo analógico supondría crear tal representación o efecto engañoso (se necesitaría mucho personal de teatro).

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