lunes, 16 de julio de 2012

La nueva dimensión de la crisis 1/5

Cuando se habla de ricos, a veces parece que se mente a otro género, otra especie. Un colectivo que se quiere imaginar minoritario y que vive en un lugar ahí arriba. Se dejan ahí arriba para proseguir la vida, y no se repasan las diferencias ni lo que significan. Se olvidan los detalles, de que ellos dispongan de cinco mil fichas más que tú para disponer en el mes a mes, año tras año, si no es que algunos tiran como una propina el equivalente a todos tus ingresos mensuales. En un supuesto zoológico alienígena, colocarían taxonomías diferentes para el humanoide con mansión y jardín versallesco, frente al habitante de un edificio desarrollista de una ciudad dormitorio.

Es por ello que impepinablemente desde un lado ven el otro polo como verdaderamente Otros, en un 100 % de otredad. Otra pasta, otra raza, otra condición esencial, otro individuo biológico. No son como los míos, son otros, y viven allí arriba. O allí abajo.
Para los ricos, saberse que existen tantos individuos calcados a ellos, con una cantidad de fichas mísera, y un día a día a veces sucio y enfermo, supone dolor en el espejo, y la reacción depende de cada cual.

Entre medio el gran mar de la gradualidad, que a mayor extensión garantiza un triunfo histórico, llamado paz.

En situaciones como la actual gran crisis sistémica, una crisis decapante y maratoniana, el gran mar del medio se estrecha y deseca. Y cada vez más centenares de personas viven niveles de pobreza indecentes. Al final, como a los ricos, lo único que te queda de valor en la desesperación, es la propia vida, que entonces vale muy poco. Se pueden llegar a niveles de violencia y agresividad cada vez más preocupantes, atizados por esa desesperación cuando a la vida ya le dejan poco valor.

No creo que un vecino que rastrea en el container recibiera un portazo de su vecino que tira la comida a la basura, y si sucede, o se malentiende por desidia, será ésta la unidad explicativa de una nueva gran guerra.

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