lunes, 17 de septiembre de 2012

Amplitud de mundo


En un pueblo remoto y rural del estado de Wyoming, cualquier televidente tiene acceso inmediato con su mando de televisión, por ejemplo, a una comunidad de más de 300 millones de personas en un territorio de casi 10 millones de kilómetros cuadrados. De la misma manera, tiene acceso a un mercado de bienes de las mismas dimensiones, y a todas las sinergias que se generan.

A esta capacidad, la podríamos denominar amplitud de mundo, entendiendo mundo como la comunidad donde podemos movernos y compartir bienes e información. Está claro que una de las claves de la dinamización de la sociedad norteamericana frente a otras comunidades menos dinámicas, es su talla y tamaño. Los contenidos culturales de EEUU luego serán más o menos criticables, pero el hecho es que tienen una diversidad suficientemente amplia como para tener de todo, y en todas direcciones y tendencias.
Pertenecer a una comunidad tan vasta y compartir una red común, permite enriquecerse de las aportaciones distantes que en otras latitudes no gozan de una vía directa, como es el caso de Europa y las barreras lingüísticas e identitarias. Nebraska y Nuevo México tendrían una autopista de flujo de experiencias entre ellas, Croacia y Extremadura un puerto de montaña a recorrer.
Existiría pues una amplitud de mundo doméstica, que viene dada casi automáticamente por pertenecer a una comunidad XL, donde el ciudadano no debe hacer mucho para estar inmerso en una megared de cientos de millones de habitantes en un territorio que se cruza en unas 6 horas de avión. Igualmente, el ciudadano que domina idiomas, viaja, y amplía los límites de su comunidad hacia otros más globales, incrementa esa amplitud de mundo que no le viene tan dada por el lugar donde ha nacido.

Puede ser que en el futuro, cualquier habitante del planeta pueda conectar de forma doméstica con cualquier parte del mundo. Que los contenidos tailandeses sean relevantes para los jubilados cántabros, y que el folclore de pueblos de Zambia sea vivido de forma más o menos directa en los inviernos noruegos, y entonces más que de amplitud de mundo hablaremos de aviones supersónicos y presidentes mundiales. Antes de ello, Europa se podría plantear tener una amplitud de mundo doméstica más común, con algún canal de televisión europeo, periódicos europeos, empresas multisede con formación y vocación europeísta, programas laborales rotatorios, etc., e ir tirando todos esos tabiques que actualmente forman parte de otros siglos y no del futuro.   

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