domingo, 9 de septiembre de 2012

Ryanair se suicida


En los albores del 2000, una aerolínea que mentaba el gaélico nombre de Ryan, sonando tal que CarlosAir, era una auténtica desconocida. Yo, aún estudiante, me dirijía en tren hasta Perpignan para debutar en la aerolínea que iba a cambiar el cielo de Europa.

Han pasado diez años y Ryanair es la compañía líder en aviación. A base de una tendencia democratizadora del privilegio de volar, ha conseguido esta cima.
No obstante, apostaría algo a que estamos en el inicio de su fin. Ha logrado, tras muchos empeños, entrar en la sartén, en la paella de la prensa, para irse cociendo poco a poco. Ahora ya es foco antipático de la opinión pública, enemigo cotidiano y laxo en la plaza mayor, hasta una especie de entretenimiento, un coliseum con tigres que le harán pagar.

Se lo ha ganado. La magia del low cost, su magnífica historia ejemplificada en varios libros, el éxito sin precedentes de batir a Iberias, Lufthansas y British Airways, se está yendo al garete por una especie de suicidio empresarial: desprecio al cliente. Tú pon los precios más baratos, o inunda de dinero a tus hijos, da igual, si intentas abrir la cabeza de par en par con los regalos, vas a conseguir una indiferencia eterna.
No sé si Michael O'Leary ya está hasta los huevos de su trabajo, bregar penique a penique quince años denodados por ser más eficiente que antiguos imperios empresariales, no sé si esa cultura de veterano de guerra inacabable se desparrama en mandos intermedios hasta llegar a la atención al cliente, no sé como mentan día a día al ciente puertas adentro, pero tal vez ganaría por mayoría un apelativo: somos unos capullos, tal cual. Les jodemos el día a día, entre inspecciones paranoicas de maletas, sueldos pelados, colas ansiosas una hora antes del embarque, restricciones del combustible, asientos prohibidos por decreto, broncas por un trato más digno...
Tal vez el enemigo de la ingrata supervivencia de la empresa, emocionalmente se haya transferido al cliente, más allá de la competencia y las cuentas.
Y eso, en una empresa que vive de subvenciones públicas, y de una intachable seguridad que ahora tiene encima el termitero dudoso pero constante de la prensa, da un cuadro enfermo de la salud de la empresa. Ellos sabrán si se tratan o siguen despreciando sus fuentes de ingresos.

1 comentario:

DAviD dijo...

Creo que es la historia de un fracaso anunciado mira Valujet es como tu dices la cultura de la empresa es mal interpretada por los mandos intermedios:
http://en.wikipedia.org/wiki/ValuJet_Flight_592