martes, 30 de octubre de 2012

Exorcizando el frío


Frente a mi vista está la misma lámina de paisaje de cada día, el mismo poster que cuelga delante de casa. Todo parece de la misma densidad y nadie percibe cambios visuales. El afuera parece leal a sí mismo.

Pero estamos todos heridos de frío, la cámara frigorífica ha empezado. Esa temperatura con la que nos hacíamos, nos templábamos, se ha esfumado, y ahora nos toca defender, defendernos del frío.

De este invierno no pasaremos, vamos a sucumbir a esta helada cruel que nos hará crecer barbas esponjosas hasta los pómulos, después de talar y quemar todos los ikeas habidos. Tiritaremos hasta en la caja de pino recubierta de arenisca helada, y futuras civilizaciones nos descubrirán bien frescos de una pieza, bajo montañas de nieve.

De este año no pasamos porque los mayas bien dejaron su profecía tras una ola de frío en el yucatán. No llegamos al fin de diciembre porque todas las gripes están haciendo cola para enmocarse con nosotros, cepas de virus dan palmas en su frío para entrar a vivir, y no hay ropa que aisle estos cinco meses en que el Sol se ha ido donde cristo perdió las alpargatas.

Sólo nos queda esprintar y escaparnos de la congelación, endeudarnos con la calefacción del coche, quemarlo todo cada hora y calentarnos con la leña, ponernos ocho capas de ropa y sorber cafés en ebullición. Empieza nuestra supervivencia al frío.

Pero pereceremos como ternerillos tiesos que ensueñan la crionización. Un día en la estepa iremos cayendo uno a uno con los ojos encerados de legaña, la piel azulesca y la tos seca de perro exhalando el último grado de calor.

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