viernes, 9 de noviembre de 2012

Éldelsol (diferido)


El hombre del tiempo, que viene a ser ni fresco y en botella, el meteorólogo, como igual al geólogo podríamos llamarle el hombre de las rocas y al ginecólogo el hombre de ejem, me he salido de tema... A veces pierdo la pelota de la frase en el driblar de las comas, porque las frases-párrafo necesitan de mucho toque para no perder al lector. Es así.

Dijo una vez un comentarista de blog que la literatura es el arte de hacer que el que lea no se vaya, no se pire, y anda cebado de razón. Una seducción a base de epístolas: el poder del lenguaje puesto a iluminar escenas, pintar cuadros nunca vistos, acariciar la oreja con sonoridad, provocar emociones con paquetes-léxicos bomba que toquen fibras, y adentrarse en las grutas desconocidas de la psique humana que practicamos a cuestas.

El hombre del tiempo, que me trae a la lengua El hombre de la Mancha - y así podría continuar en una escritura que suda, y por tanto manchurrona y algo sovaquera, de Vila-Matas, que no arranca y no coge velocidad de crucero, y se para aquí a por pipas acá por la barba de Hemingway allí por vicio, coma que te coma. Yo también soy comero, retórico de más de una pasada por la definición (gloso comero), pasar el capote de un lado, luego del otro, dos o tres disparos al sintagma de la presa inédita, sin intentar parar el texto, acompañarlo en el mecer de su aparición.

El escritor lleva al músico dentro, lo de aportarle ritmo a la escritura lo hace un batería medio ciego de una esquina de la cabeza. Simplemente el texto ha de sonar, ha de fluir, puede tener curvas y algún ceda ante un mensaje trascendental, pero no se puede calar continuamente, ni ser una subida para los ojos del lector. El lector quiere los textos en bajada, sea en estructura o contenido, que para eso es lector, para eso ha comprado el libro. Bajuna en contenido y estructura a la vez ya es el Sálvame y eso es gratis, o barato. Los de filosofía o física cuántica son de escalada, y sus lectores ya tienen piolet. Sí que se admite alguna subida en los libros, pero tres o cuatro ya hacen cerrar el libro, la falta de ritmo los convierte en un hipnótico muy eficaz. Si el escritor sufre, el texto es su sudario, un pictograma de padecimiento creativo.

El hombre de la Mancha, Julián López Nui, dice que panadero en élfico es éldelpan, y camarero éldelbar. El hombre de la Mancha, digoo, el hombre del tiempo, comentó literalmente que hoy la gente sonreiría en la calle, por el sol y temperatura que iba a hacer hoy 8 de noviembre.
Y acaba aquí, este parte meteorológico con interferencias.

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