viernes, 11 de enero de 2013

Periodismo morralla


Cuajan nombres desafortunados en la historia, uno de ellos es el que denomina una profesión: periodismo. Evoca un reloj de cuco compulsivo que saca la cabeza para largar a cada intervalo acordado, y vuelve a meter la cabeza, y ya. Como un engranaje simétrico que debe dar noticias obligadas a cada pito ad eternum. Y sin darse cuenta trastornan a su vez el mundo volviéndolo simétrico a su ritmo, que siempre se escapa de ellos. El periodismo se casa con las noticias hasta el incesto, sobándose y aguantándose de forma insana. Este ejercicio escolta y sabueso del mundo, espúreo, fracasa constantemente y los huecos se cubren con voceros, marasmo emocional, alarmismo, temas muletilla.

Al final, alguien que no ha estudiado, ni ciencias ni letras, que hace cursillos online de lo que habla, acaba dictaminando sobre los temas que los expertos dudan. Y el periodismo holligan se dedica a sustentar a partidos políticos que son la estampa vergonzosa de nuestra especie, el culmen de nuestra degradación, la estatua pública y firmada de esta decadencia, nuestro mayor absurdo comunitario. Los holligans periodistas no se dan cuenta, pero son los verdaderos garantes de la crisis económica actual y futura, calaña fina.

Pero volviendo a la profesión del hipo noticiero crónico, nos jartan de previsiones porcentuales de crecimiento, como ajo bancario que se repite, son el mero pie de foto de una crisis que no necesita pies de fotos y títulos sonoros. Sino las fotos que no se ven de lo que se coció y se cuece en los despachos desfalcadores del mundo.

Por último, la moda del periodismo estos días es pasar de hipos técnicos a una compulsión populista y proletaria. Ahora son reporteros de la miseria, denunciantes de la obvia adolescencia política, portan un sentimentalismo con el pueblo, que lo único que conseguirá es otro pie de foto que llega tarde a los sitios, un retrato de las víctimas de la crisis, ya indigno.
Pero es eso, periodismo, movimiento periódico y tardío a poner la alcachofa, ojos de la realidad poco conectados a un cerebro y la anticipación. Qué reveladores son los reportajes que van donde no está la noticia, cómo cambia un informe semanal del diario trinchado, qué sensacionalismo de la obviedad vomitan cada día los medios.

No hay comentarios: