miércoles, 23 de enero de 2013

Sobre La Mierda


Hoy podríamos escribir sobre la mierda. Nuestro estiércol, las heces, el objeto del cagar.
Hieden sí, sobretodo si sorprenden, pero todos convivimos con nuestra plasta diaria, a veces hasta con orgullo somático. La de los otros, excede el altruismo. Cagar es un placer, y no voy a venir yo a descubrirlo. Es la única forma de eliminarnos, restarnos, de forma sana, y eso es mucho. Quitarse parte de nuestros inflamados yoes, de la mierda que somos, es una bendición de la filogénesis.

Hoy he sufrido un apretón incapacitante, una experiencia extrema y pasajera de loza. En la biblioteca de Hispánicas, me explotaba el perineo, era presa de un terrorismo intestinal. Cómo he cerrado los ojos y he esprintado el esfínter como en una meta cagante. He giñado, no he cagado. Ha sido algo excepcional, de pleura a recto afectados por el puñal de hez y dolor, un acto urgentísimo, premura rectal. Luego el alivio es hospitalario, santo desalojo, parto redentor emitido al alcantarillado. El invento que ahora Bill Gates propaga en el tercer mundo, el vital pacto de loza entre cloacas de dos mundos.

Gracias María Rosa, por limpiar los urinarios y dejar tu firma en la puerta junto a la fecha y la hora.
Somos arte y mierda, todo en uno. Somos un todo en uno, por diferentes viales.
Y cuando parece que la tragedia va a manchar el día y apestar la percha y el arte que es uno, es sabido que nunca hay límite y el cuerpo llega al más allá del tesón, aguantando una rampa más en la emergencia.
Si no coexiste la diarrea, claro, que es otro estado dispar al sólido, con otras leyes de la física.
Somos una historia de amor y recto.

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