sábado, 9 de febrero de 2013

Lírica y épica


En el colegio nos iniciaban en esto de la literatura de los otros, hablándonos de sólo dos planetas, el verso y la prosa, la lírica y la épica. En estas lecciones de plastelina de la literatura, no iban tan mal desencaminados. Salvada la diferencia primera que un chimpancé bonobo puede distinguir, que el verso es animal y la prosa vegetal, la lírica y la épica son sustancias un poco extraterrestres. Son dos fluidos volubles que se contienen, se separan, se superponen y forman éxclaves e ínclaves entre ellos. Para que surjan las capas de petróleo lírico en las carnes de uno, ha de haber una épica sedimentaria de fondo. Un fragor de sables acumulado en época bregada, ya sea propia en un pasado, ya sea del ambiente y de los otros en favor de uno, la épica de los demás en mí. Luego una sustancia lírica, una voz cuajada, se va desprendiendo al pasar por las carreteras de la escritura, o lo hace de paisano por la dramaturgia personal. Hay trozos y trozos de literatura que no quedan registrados y se pierden en conversaciones de pareja, de trabajo, familiares... Frases inspiradas de la vida sin micrófonos, que forman parte de la dramaturgia espontánea personal, y que forman la cara B de la literatura universal.

La épica entendida como crónica es el periodismo cuando no había diarios. Todo poema gravita en lo épico omitido, a menos que quiera ser costumbrista. La lírica a su vez azuza el instinto épico, lo peina y ase. La voluntad épica se nutre en períodos de tregua en el abrevadero lírico, donde descansa, le mecen, transpira y se alimenta.
Vivir, es épico a medio plazo, somos criaturas épicas. Malos tiempos para la lírica - que es ese auscultarse con precisión y actitud hondonada - pues buenos tiempos entonces para la farmacopea psíquica, hoy que los confesionarios ya no pueden ser de madera teológica. La lírica es confesarse, forma parte del Ministerio de Salud, es un vomitar nada apestoso, es quererse, quererse encontrar algo dentro, vida inteligente, más lo primero que lo segundo, es descubrirse.
Máquinaa, crackk, eres un crack, súper fuerte tía, los políticos son unos chorizos, sálvame deluxe, nano, pero qué me estás contando, facebook.com, por mis hijos mato, we are the champions [confeti plateado], descubrimiento tardío del gin tonic, lexatín, cinexín, escalestri... O las etiquetas del amasijo humano, como cacería furtiva de la lírica.

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