viernes, 29 de marzo de 2013

Alineación del inconsciente


El daemon a veces se despierta más tarde que yo, a los duendes no les van las madrugadas de panadero. Lo noto porque pone discos sugerentes en mi cabeza, música incidental.

El inconsciente puede estar alineado o no con la trayectoria vital que surcamos. Hay veces que sopla a favor, otras que se constituye como un peñón impenetrable que bloqueará siempre nuestro camino pretendido. Este niño sabio que es el inconsciente, tiene una paciencia limitada. Es egoísmo puro y razonable, tanto como que es garante de la supervivencia. Nunca aprendió idioma ni código alguno, e irrumpe con sus patas pulsionales sobre la mesa reclamando, exigiendo con una punzada nuestros derechos biológicos.

Lleva la verdad de la especie, que es más fuerte que cualquier verdad inventada y pintada sobre ella. La verdad también visceral, de los páncreas y bazos que es la verdad que nos acaba sepultando. La verdad sexual que es el frontispicio de nuestra conducta para lo bueno y para lo malo.

Sus formas son impulsivas y brutas como un niño, su procedencia y depósito son sabiduría inminente. Es paradójico como lo trascendental, esas lechugas agazapadas que llevan una bomba dentro. Porque la cultura es una gran carpa desplegada en medio de la naturaleza que explica el mundo a la vez que lo tapa, una gran frase que vacila y a veces se equivoca. El biberón cultural luego, nos extravía un poco y nos reprime nuestros destinos naturales.
Hasta que un inconsciente herido sangra y empieza una revolución dolorosa.

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