miércoles, 6 de marzo de 2013

La reproducción sexual de los artistas


La creatividad también puede tener su clasificación dualista. Ya la apuntaba Nietzsche en su genialoide "El nacimiento de la tragedia", con la distinción entre arte apolíneo y arte dionisíaco. Mientras leo "Las palabras de la tribu" de Umbral, me viene a la mente una dualidad entre los creadores. Habría una producción artística de tipología correcta, mansa, precisa, ordenada, minuciosa, apolínea, que reproduce fielmente el mundo, tal que una miniatura o maqueta de cristal tallado. Esa porcelana de la realidad también es arte, y es graciosa la miniatura que se obtiene, de difícil factura, y útil como maqueta.
Pondríamos allí a Azorín, Muñoz Molina, buena parte del novelismo actual, el paradigma de la psicología cognitiva, la filosofía de Popper, una Canon D400...
Frente a otra producción artística o creativa de tipo volcánico, orgánica, plástica, bebediza del caos, violenta, de inspiración barroca, dionisíaca, tal que acaba produciendo no una figura mineral, sino un engendro vivo, una criatura o animal pequeño injertado entre la realidad y su representación. No pretenden ser observadores ni deduccionistas, sino químicos, la creatividad cultural llevada a sus últimas consecuencias. Sin ninguna premisa inconsciente, ni límites ni márgenes en sus investigaciones, descienden al caos y ascienden ya con otra realidad nueva, o que sabe a ello. Visten ropas y utensilios de espeleólogos, mientras que los porcelanistas van de paisano y usan tecnologías.
Aparte unos operan sobre una materia intelectualoide, suponen una realidad racional, tan inteligente como ellos, mientras que los dionisíacos tienen en cuenta sin desdeñar toda la parte sentimental, emocional, errática y caótica de la realidad, e intentan desennudar estas tensiones, desembozar nuestras desembocaduras. No ven la realidad tan racional, ni limitada a su propia inteligencia, no buscan una reproducción fidedigna y pretenciosa de tal complejidad, sino obtener una criatura, un vástago personal de ella, que es la manera propia de reproducirse la naturaleza, una recombinación que apunte, que desvele, que tenga la misma voz pero siempre unos ojos otros. Buscan tener una hija con la realidad, asumiendo que nunca podrán alcanzar a poseer las dimensiones inabarcables de la realidad.
No hace falta decir con qué tipología comulgo ni qué tipo de arte pretendo.

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