sábado, 30 de marzo de 2013

Los días del mono bobo


Las palomas han ido esta mañana de cielo dudoso y sábado de Pasión a la playa. Se acurrucan y parecen esperar a que el cosmos se decida. Las veo hinchadas en su aposento de arena, adormecidas, ponedoras. Tienen el día tonto. Las palomas no quieren volar hoy. Están en huelga climática, en parón meteorológico. Han venido a parar ociosas a la playa. Ejercen su derecho vindicativo frente el desvarío del día tonto, porque a veces un día amanece y su atmósfera toda ella, nubes, viento, luz, no es más que eso, un día tonto hecho ambiente. Con los días tontos nos alineamos enseguida, el tonto que llevamos dentro es facilón facilón.

El día tonto es gris, tapado, de temperatura agradable, opaco, embotado. Es de esos que el sol está todo el día retenido, a punto de salir sin hacerlo. Es día de la duda climática, sol pero no, frío pero sí, lluvia no lo sé. Aire de interrogación atmosférico. Como si nuestros sensores básicos e iniciales al salir a la calle bailasen de off a on estropeados, y de allí ya todo el sistema no acabase de arrancar.

Los días tontos son muy de Semana Santa. Pseudovacaciones. Fe en los tiempos soleados. Medio planes. Falta de decisiones donde un día tonto se enrosca e invade como una niebla paralizante.
Después, habitantes tontos, nos damos cuenta que las palomas, la duda del clima, y el aire suspendido, no es más que el tiempo de espera a una tormenta que ya cala nuestro cabello. La cosa es aún más retonta y boba para el mamífero pensante. Tenía un lapso de tiempo aprovechable antes del calabobos, pero nos embotamos y aletargamos como palomas en nuestro desperdicio de tiempo. Ellas descansan calibradas y sabias antes de todo su jaleo pugilístico con la lluvia. Nosotros tecnológicos, caemos en la finta del clima, descalibrados. Son los días del mono bobo.

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