viernes, 31 de mayo de 2013

Conmoción solar


Ya se dan los días en que ocurre un atentado de sol y calor. Los árboles acuden a rellenar el atestado. Las hojas reverberan al sol, lo especulan, y se inflama dentro del bosque. Constato una inflación solar ya a estas alturas.
A partir de ahora todos viviremos de reservorios de agua. Somos una historia del agua. La Nasa no es más que un ariete buscador de H2O.

Atentados de sol firmados por un día albino. Una fase de la primavera requeteiluminada, verde luminiscente, entre mares de claridad-cuasi blancura. A un paso de la fosforescencia. Todo se asemeja a una planta de energía solar disipada. El albinismo solar del sur. Hasta los pueblos del horizonte, ayer urbanizaciones de terrazo y grisáceas, hoy lucen como pueblos blancos del sur, bajo un cielo armiño.
Luego, aquellos atardeceres caramelo de marzo son atardeceres de miel en mayo. Un sol más de derechas y menos oblicuo, carameliza densamente los prados con un fuego dulce. Ya aparecen hierbas cobrizas. Se hienden las espigas liliáceas, que son un verde tostado y cocinado. Cohabitan en un claro del bosque ocho tipos de verde mezclados, como un supermercado de texturas para pintores y fotógrafos. Es la cúspide exhuberante de la naturaleza en el año, justo a punto de empezar la caída.

El prado está más kenyata que nunca, zaherido por el sol y vivificado por el tegumento del verde a partes iguales. La trama en la vida de Kobe tiene un argumento motriz. Los jabalíes se acercan a la playa y sus socavones buscando raíces, se enmohecen con el paso de los días. Son el souvenir que nos queda de su gira veraniega por las urbanizaciones.

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