viernes, 14 de junio de 2013

De Cala Morell a Algaiarencs


Busco ingresar en el GR-223. Una calma salada, una existencia salada de pueblo costero a las 3 de la tarde, con la mirada en el asfalto enganchosa. Entre casas blancas, encaladas, que me repelen los rayos, estoy reverberado de calor. La línea que me llevará a cruzar la isla se me resiste, tras varios rodeos, salto un muro y me enhebro en el mapa, en el plan de este viaje.

Este tramo tiene suficientes pedruscos desparramados como para eclipsarte el pensar, tan esquivo como los claros entre las piedras. Camino escoltado por una barrera de guijarros que separa las fincas y las manadas de erizo vegetal que ya aparecen autóctonas y leales. Escucho la radio de eugenio, marconi, tocayo paterno.

Transito por lo alto el cuadro pintado en el Codolar de Binitram - con nombre de transporte ecológico menorquín. Es un precipicio cuyo lecho está salpicado de amarillo, verde, azul, blanco, negro, marrón. Es la gama que aparece entre las pequeñas esferas de las rocas del codolar, un colorido con efecto textura redondeada, una técnica pictórica en redondeles de un demiurgo anónimo.

Las calas del norte como cráteres dramaticos, agua falsamente sulfurosa, el entorno un Río tinto sano, minero y exótico. Sanguinolento y lechoso.

Giro a la cala de Ses Fontanelles, un pueblo marino, disimulado y solitario, una cala aún no civilizada. Hay un silencio pleistócenico y pre-humano.

Vengo a por trabajo. Ejerzo de peatón. Así que no me entretengo en les platges d'Algaiarencs, y dejo migas para próximos retornos. Aquí termina el apogeo del día. Pateo senderos planos de interior como un Pulgarcito tenaz y boscoso. Un tramo largo reiterado, incansables avenidas de secano, repetidas, que se suceden con lapsos de encinares y pinedas. Luego más prados masacrados de sol, amarillo pollo, en una senda polvorienta y afónica. La mella del madrugón, la fatiga, propicia el declive. La cabeza se nubla, bajonera, y la pueblan pensamientos negativos y reincidentes que tienen que ver con la peor experiencia en años, el mal trago con sede y factoría de pesares en Brasil. Desfallecido, fideísta en la épica caminata, fabricando en serie ácido láctico, chinado de chinas y canículas, soy pasto del mal rollo. Quedan 5 kilómetros a meta.

No hay comentarios: