viernes, 14 de junio de 2013

Resiliencia

(música on) Camino de ro sas, pa quién lle ga tarde... Quedaban cinco kilómetros para meta, y la pájara, moverte por chicle, me pisaba los talones. Aguanté, y llegué. Salí del interior por una ladera esplendorosa y mimada por la luz hacia el macar d'Alfurimet, otro cementerio de piedras caídas. De allí a montar montañas, más bien rusas, hasta la egregia Cala Pilar, deslucida al visitarla. Cerca de ella está la única fuente para abastecerme. Una lágrima de agua hace la recarga paciente, entre telarañas no muy sanitarias. El estómago dice algo al tragarla, murmulla como un caballo, pero no le mira el dentado.


Llego a meta. A dormir a una playa de guijarros imposibles.
Aquí estoy sentado en ella con una puesta de sol magnífica, y yo dentro del cuadro. Paseante de obra de exposición, hormiga de reparto. Mas 100 moscas dalinianas, menorquinas, de pesadilla táctil, se empeñan en intentar comerme y joder el cuadro, la prosa, y la reputación de Menorca. Un mundo virgen sería un mundo sorpresa con plagas de insectos?

Mañana abandono, al final de la segunda etapa, cuarenta y tantos kilómetros después, me planto. Ahora no gozo ni de un Wilson de cuero al que rallarle, estoy en medio de la nada, muy hegeliano, y voy a dormir al raso, como en las colonias, pero sin ciento veinte compinches al lado.

El recuento lírico del viaje duró hasta el agotamiento. Va a anochecer, y dormiré a los pies de un refugio de pescadores con frisos de Don Quijote y Cervantes en sus paredes, con su placa conmemorativa del 400 aniversario del libro, cágate Lorenzo, una barraca-monumento pescador y literaria en medio de la nada.
Un gato hambriento me hace las veces de anfitrión. Los patos no sé que dicen a lo lejos. Escribo a papel y lápiz, es un retorno a lo primitivo, a lo primigenio. Pondré la aradio. Las cigarras se han despertado. Los patos continúan su proclama, está muy mal la cosa en el reino de los patos, o me han tocado los patos parlamentarios, admiradores de Fidel.
Jugar a supervivientes es tan burocrático como chorras, no tengo tantas landas de vida interior.

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