miércoles, 26 de junio de 2013

Video killed the writer star


Son días ladeados de escritura, paelleros, pajilleros y playeros. Cuando uno tiene que hincarle el diente a la ocurrencia temática, y llenar de pleno nuevas páginas, entiende todo el tupperware que dota el género superstar de la literatura, la novela. La escritura se convertiría entonces en ese proceso de llenado del depósito, de libro a libro, de liana en liana, como quien hace LPs. Sí, está esa resaca intermedia, cuando se ha vomitado ya todo el libro, y uno va de giras y acomete un pensar vago y lánguido acerca de la nueva idea estructural del próximo tomo. Algunos afeminadamente ya titulan el novelón, que se mantendrá inmutable como una luz del porche que siempre encienden. Hablan de la obra a sus amigos que ya tiene nombre desde que nació, y así les parece algo trascendental y necesario en sus vidas y las de los demás. Trampejas de criadores de chinchillas.

Hacer una novela, es una expresión que lamentablemente tiene un tercio de su semántica natural depauperado. En diversas latitudes "hacer una novela" quiere decir parirse un culebrón. Ysí, en general es dar la vara con unos personajes cualquiera, con los que el autor se ha encaprichado, porque los necesita como vehículo impepinablemente, con todo aquel trámite perentorio de adentrarnos en la historia, meterse en ella, ya que de primeras te la trae al pairo todo lo que suelta el autor, a veces lo odias levemente, y al final son más de doscientas páginas a levantar, a un mínimo de 50 ideas necesarias y accesorias por página.

Hacer una novela es medrar en la servidumbre de la ficción. Su lado bueno ya lo hemos dicho, es que no es escritura desértica, uno tiene sus playmobils y decorados mínimos, que cree canónicos e irrepetibles de un momento histórico creador, y se pone a jugar con ellos hasta soltarte trescientas cincuenta páginas de ese jueguito con los playmobils. Tienes kits de todos tipos, playmobils marineros, playmobils marineros ingleses del siglo XVI, playmobils esposas de piratas que luchan contra marineros ingleses sin siglo, play-móvil postmoderno de la desazón de nuestra sociedad, play-móvil entre costuras de la guerra civil, muy vendidos, play-móvil parapetos de ficción al gusto. Los chicos grandes los van a comprar a fnacs y casas del libro, que tienen todas las estanterías surtidas con colores y promociones.

Señores, la novela desafía la biología sensorial de la especie humana. El mono pensante, sí o sí, ante una enumeración de sucedidos que es una novela, actos episódicos descritos que tienen que ser descodificados mediante la lectura, procesados, imaginados, con esfuerzo, tiende naturalmente a quedarse con la película. Video killed the radio star, pero muchos segundos antes en el big bang del video, la novela quedó expuesta a los siglos, lo que ya ni se hizo una canción porque fue en la décima de segundo de los dinosaurios. En un segundo una imagen se come una página de información. Los buenos novelistas consiguen que la cámara se tenga que detener, cambiar de planos cortos a largos, que el aparato no pueda entrar en la cabeza del protagonista, que el productor se tenga que currar cada objeto, el técnico de iluminación deba trabajar de veras, etc, etc. Podría ser la adaptación cinematográfica, la máquina de la verdad de un texto novelístico. Si es meridianamente fácil representarla, putas descripciones incluidas, en definitiva para qué hacer descodificar todo ese texto a los lectores, para qué hacer un mundo más farragoso y peor.

No hay comentarios: