martes, 15 de octubre de 2013

Ayeres marroquíes


Desayunarse. Cuando uno viaja a veces comete el desayuno homenaje, esa especie de banquete a las ocho de la mañana obligado por las circunstancias. Es una buena manera luego en casa, de desbaratar la rutina programada de un día anodino.
A mi lado la turista impoluta y de pasarela esperando el segundo plato, comprada a talonario para ejercer de gala cada día.

Vete tú a segregar lírica, tras esta inaguración nefasta, puro recibimiento hostil, en esta tercera venida al exotismo de Marrakech. 
La ciudad aparte estaba otoñal, tapada, sin el líquido lumínico que la autentifica.
¿Qué es la pobreza? Las trescientas súplicas de dirhams por día, que el occidental recibe en Marrakech, ya sea limosna, propina, venta o sobreprecio. Ese afán de dignidad que nosotros no sufrimos.
Hoy iremos a ver algún palacio, de ésos techados de arte. El arte de las celosías islámicas, barroco, redundante y obsesivo. Unas cenefas en celo, mórbidas y en metástasis creadora. Cuando el icono está prohibido, y la expresión recurre a la belleza de la geometría, se fractaliza, retorna a los orígenes simétricos y matemáticos de todo, como un Euclides inverso, moro y tardío. El Islam aporta el geometrismo a la Historia del Arte, la matematizaciòn, y la postcensura. Otros dirán que sólo forma parte de la historia del tapizado. Algun psicólogo esteta responderá que el arte no entiende de escalas ni "maicrodibujos", que todo es arte, y un neurólogo apuntará que todos los obsesivos escriben con letra menuda y tapizan diminuto, por una cepa rebosada de serotonina, asunto corregible en la consulta con farmacopea. Termino el párrafo-Congreso sobre arte y psicología islámicos.

Razones gráficas del viaje aquí: http://www.flickr.com/photos/jordiny/sets/72157636010081945/

1 comentario:

Anónimo dijo...

hoy te vi correr por la diagonal creo que ...