miércoles, 28 de mayo de 2014

Mañana en la rynek


Desayuno en la rynek. La plaza mayor de la ciudad vieja, la stare rynek, se abrevia con una fonética plenamente eslava en the "rynek". El café me mide treinta centímetros. La Europa occidental del espresso, Italia, Francia, España y Portugal, frente a la Europa del café en cubo de Holanda a Grecia. La Europa resistente, frente a la americanización, frente al gusto protestante.

Hago una paseata de domingo, liviana, plácida, sin rumbo. Con los turistas cerrados, y las ferias de primavera abiertas. Cracovia tiene un domingo mañana, la delicia de lo báltico con buen tiempo. Florecen las tiendas de artesanía para el explorador tempranero, y las breves hordas de turistas que aparecen se duermen o se amansan en la matinal solitaria.

Cracovia es una capital brillante, humilde y desconocida, con vitalidad a toda hora, y rezumando sangre estudiantil que suma un cuarto de millón de sus habitantes. Se palpa que es una urbe donde los estudiantes son felices, y por ende el resto también, incluyendo al fugaz visitante.

El tiempo aquí está ya herido de verano. Me ha sorprendido un clima cercano a los treinta grados en mayo, con el contador de lo veraniego ya rodando, donde de vez en cuando un gris azulado y metálico toma el cielo y descarga una tormenta violenta y repentina para calmarse y aclararse la voz luego. Las nevadas usuales cada año en esta ciudad de interior, ya quedan atrás.

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