lunes, 22 de septiembre de 2014

El papagayo titán


En España existe el tremendismo y el marhuendismo. El gran exponente actual del primero es Pedro Piqueras, del segundo no hay que explicar mucho más. Marhuenda es el bulldog de la derecha, el perro de peleas, su abogado oficial, tertuliano a todas horas y director de periódico estatal nombrado como cargo-hobby. Trabaja y brega para el pp sin nómina directa, con una fuerza y determinación bestial de cuando España era una grande y libre. Fue mano derecha de Rajoy ministro, y ha ascendido al top mediático junto a él. Forma parte de aquel reducido número de personas en la Historia, que sin tener cualidades excepcionales es capaz de ser protagonista principal de la actualidad del país, junto a Franco, Primo de Rivera, Giménez Losantos... el motivo es que su figura encaja en los goznes de este país como hicieron aquellos. Para ser un Marhuenda hay que estar muy blindado existencialmente en una ideología de derechas para toda la vida, es decir, se ha de ser un tipo carca, feote, rígido, católico, tenaz, gafudo, estoico, bien rodeado de margaritas reaccionarias. La fijación y no evolución de su pensamiento debe estar garantizada. Aparte, a uno le ha de gustar, perdón, ha de necesitar ser la starlette de la derecha, el bastión primero y último, dejarse la piel en ello, ser vitoreado como héroe de algo. Y el nacional-liberalismo pone mucho, ser misionero del pensamiento económico de Dios más. Franco era un militar acomplejado, llano y determinado, que consiguió con mano dura y armas regir España durante 40 años. Marhuenda es otro pelele, pero igual de determinado y acomplejado como para no evolucionar jamás su doctrina un centímetro. Representa la esencia del conservadurismo, es su máximo exponente. Y es un propagandista ideal para ellos, un papagayo titán. Giménez Losantos iba pasado de revoluciones, él tan converso, y se salió en una curva. Ahora menta las tetas de Miriam Sánchez en sus peroratas como antaño llamaba diabólico al talante de Zapatero. A Marhuenda también le orbitan las tetas que nunca probará ni en once vidas, le orbitan hijas que lo han padecido en la intimidad, pero costará muchísimo moverle un ápice del credo existencial donde se halla agarrado cual lapa liberal-católica.

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