jueves, 16 de octubre de 2014

Nombres de otra pila


Cuajaban motes benignos como chichi, señalando las chichas de un empollón trozo de pan y hasta corrigiendo su sobrepeso de forma aceptada y con cariño, en ese tribunal de pulgares arriba y abajo que era la poética de los motes. Para otro gordito cuajó un simpático chorchete, para un tercero se perdió más el respeto con Toci. A un cabezón de Cou al verlo y saber su mote "la Tele",  no hacía falta hacer más clase de literatura, era telegráfico. Al que iba de transgresor y quemaetapas de forma bocazas le cayó un lúcido "Mayor" como seña. Al insoportable y repulsivo de trato, se le conocía directamente por el "Pégame".

El bullying, algo no descubierto todavía pero corriente, sentenciaba a los marginados con "Mofeta" "Gitano", apelativos que no dejaban dudas sobre la opinión de la clase. Estaban los motes ligeros y positivos, como "buñuelo", "crispeta", "potato" o "espárrago", y todas las abreviaturas de apellidos "canti", "santa", "turi" o "lechu". Frente a otros de clara antipatía como llamar "búho" a uno con cara de conde draqui, descartando la opción amable; poner "el huevo" al que era chorras como un huevo; "camilo" al que era tan resabiado y repelente como Cela, o simplemente pronunciar un apellido salibando y escupiendo porque esa persona inadaptable, entre otras cosas no sabía hablar de otra manera. Aunque el episodio más cruel jamás visto fue una masa de niños vociferar idos desde el patio al primer piso, "Piu dimite la clase no te admite" como si de la toma de la Bastilla se tratase.

Los profesores de los pacíficos cursos de primaria no tenían motes y eran llamados por sus nombres de pila, Manoli, José Carlos, Agustí... pero en sexto de Egb empezaba la selva, crecían pelos en las ingles, y comenzaba el hostigamiento entre la clase y los profesores. En sexto nos esperaba "el Bacterio", vivo retrato de los cómics de Mortadelo. En inglés tocaría "el Chino", un chino muy cabrón y con poca vocación. El mote más usado del colegio era el de "Porky" para el prefecto, su verdadero nombre Gabriel Cervós, era desconocido por madres, padres y pequeños. El cap d'estudis de Egb se ganó a pulso el mote de "el Peluco", cuando optó por abandonar su calva y aparecer con una rata gris poblando su cabeza. Circulaban otros más suaves y obvios como, "Barrilete", "Heeman" o "Bruja". En Bup esperaba "el Rana", feo y cazamoscas; al buenazo de literatura su voz le sentenció como "Alf"; al parias de Historia le llamábamos "Paco" porque no éramos tan mala gente como para llamarlo "Truño"; y al casposo Valverde de matemáticas le llamábamos "Lonchas" como digno personaje del programa "Al ataque".

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