viernes, 5 de enero de 2018

Los hoyos mentales. Tu hacker interno


Encender el Pc no puede tardar seis minutos. Maldita mierda de evolución de Microsoft la última década.

A lo mío. Sigo sorbiendo las ideas encuadernadas de Fritz. Me gusta su condición de asilvestrado. Me identifico. Es nudista. No da gato por liebre que viene a ser el timo estandarizado de cualquier ser humano. Es un gilipollas. Un tío acomplejado e inestable, pero es un ser libre.

Yo soy un bereber de tiempo. Habito un desierto temporal, un Kalahari. Desde hace lustros. Ahora aún es más árido en ocupaciones impuestas. Tengo 16 horas cada santo día vacías de ocupaciones, soy yo quien debe decidir e inventar en que las empleo. No trabajo. Vivo actualmente en casa de mis padres. Soy un eterno estudiante y ahora mi mayor interés es el planeta Claudio Naranjo, psicología Gestalt de vanguardia y terapia corporal integrativa. Me debo haber leído seis docenas de libros este 2017. Más los talleres presenciales relacionados con los temas. Aparte sí, me he dedicado también intensamente al mundo de Tinder y apps similares el año pasado. Mi otro desierto ha sido el romántico. De los 16 a los 39 años no viví una relación de pareja con plenitud. Veintitrés años de sed creciente llevados con todos los trucos propios de una personalidad. Vosotros también empleáis vuestros juegos. Algún día os bajaréis los pantalones.

Contacto y retirada. Mostrarse y retraerse. La vida pulsátil y cíclica como verdad de la naturaleza pervertida de linealidad en nuestra especie.
Esto es un brochazo filosófico marca de la casa.
El anterior párrafo venía a ser un plato fritziano de mostrarse que he aprendido al leer su libro. Un ejercicio práctico de su "dentro y fuera del tarro de la basura".

Me gustaría hablar de los hoyos de la personalidad. También aparece en su libro. En los esquizofrénicos están claros estos boquetes y cráteres que desconexan (y desconectan) la vital coherencia mental de estas personas. En el resto de mortales, el club de más de siete mil millones de personas neuróticas que es la muchachada humana, también existen estos hoyos, puentes y desconexiones, en una medida más compatible con la vida. Pero digamos que un sistema que no es robusto acaba dando sufrimiento o una mediocridad seria en el goce de la vida. Es como tener una estructura emocional infantilizada que queda cada vez más erosionada con las exigencias de la vida adulta y con una vejez y finitud implacables. Las piruletas son ridículas cuando se pasa cierta edad.

Soy un poco anticristo de la normalidad. Lo sé. Me quiero cargar un poco el mundo con mi sonrisa de niño bueno y sereno. Mi altivez está disimulada y como buena criatura que ha sido educada a palos no tengo apenas una mordiente agresiva. Hace tiempo que tiré por el camino de la santidad. Con sus pecas de hipocresía consustanciales, sólo soy un maldito francotirador psicológico cuando me arrinconan a mala leche.

Y me canso. Llegados a los 5 párrafos es hora de descansar un poco. Hablé de los hoyos muy por encima. Nuestros puntos ciegos, escotomas de identidad que nos escapan, las grandes incoherencias emocionales que han sido perros a nuestras faldas toda la vida. Ese agujero negro que tememos, el vórtice donde se originan todos nuestros temores, la cueva donde vive nuestro principal autosaboteador, aquel relé que nos impide libertad y goce plenos. Aún más plenos.   

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